Armagedón

Estamos en 2016... y en el capítulo 16, versículo 16, del Apocalipsis, tras verter un ángel la sexta copa de la ira con sus catástrofes, se habla de Armagedón, la batalla final enfrentando a todos los reyes y naciones contra Dios, que es el que gana, naturalmente (o sea, divinamente), aunque queda la Tierra devastada por mil años, hecha unos zorros, desierta, inerte tras inundaciones, pestes y sequías, incinerada, convertidos sus mares en sangre... y sin rastro de vida por doquier, o sea, tal y como hoy Marte. Después de esos mil años volverá Dios con la gente fiel y restaurará la vida tal y como estaba antes del pecado original y, entonces, ya todo el orbe comulgará en la sola fe de Jesucristo. Eso dice el 16.

Ojo, el Islam tiene idéntico Armagedón en sus profecías copiado sin duda del cristianismo que copió a su vez de los judíos... y lo suyo sólo acaba cuando todo el planeta se convierte a la fe de Mahoma, que en ello andan furiosos, pues dice el islamista picudo que está cerca de suceder a juzgar por los signos de este tiempo «materialista, promiscuo, inicuo y ateo», cosa que también firman los testigos de Jehová y los adventistas predicando la segunda venida de Jesús tras ese pedazo batalla de mil pares... y les viene de perlas la corrupción, lo climático y los desastres que ya se ven... ¿lo veis?

Digo esto para que entienda el lector por qué Sócrates exclamó ¡Armagedón! al ver que la multinacional Bayer quiere comprar la empresa americana Monsanto, el mayor banco de recursos vegetales del planeta y controlador de sus aplicaciones agrarias o modificaciones genéticas. «Es la boda de la agricultura y de la química; cultivos, fertilizantes y pesticidas estarán en una sola mano, matrimonio imponente que promete monopolio». Eso teme Sócrates, que le dio la toga de profeta a Octavito diciéndole habla tú. Y lo hizo en tono de oráculo trágico y solemne: «La manipulación vegetal reinará en el mundo y ofende a Dios, crecerán las huestes vegetarianas y será pecado comer carne, pero volverá a comerse cuando no haya agua para tanto cultivo vegetariano y los hombres se devoren unos a otros... Armagedón a la vista».