Diario de León

CORNADA DE LOBO

Ruega por nosotros

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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San Delibes que en la Gloria está bajará hoy domingo la oreja a los mortales porque le hacen una jornada de memoria tendida en el aula del río que llevará su nombre en Vegas del Condado (están todos ustedes invitados) y en la que se contará con la presencia de sus hijos Juan y Adolfo, que son un gran trozo de la memoria de su padre, memoria de quien tras pescar el Órbigo, el Rudrón, el Najerilla o el Porma escribió «Mis amigas las truchas» y dejó empedrada otra lección de cómo la gente debería estar o moverse en el campo y por el río... no fue casual la dedicatoria del libro: «A mis primeros discípulos Miguel y Juan, grandes maestros hoy».

Maldigo no haber sabido entonces que pescaba Delibes estos ríos (ya llevaba yo tres años midiéndolos a cañazos), pues me habría hecho el encontradizo como hacíamos con Fraga por sacarle un pillado para el periódico, pero no para sacarle a don Miguel otra cosa que no fuera algo del estilo y del saber que colmaban su cesta.

El Órbigo y este Porma por el que bajan hoy sus recuerdos se fecundaron truchera y cangrejeramente de una forma extraordinaria en las primeras décadas de su caudal regulado por las presas del Luna y Vegamián, pero dejando a lo largo de todo su trayecto un rosario de puertos y pozos, baluartes ideales para que reinara el truchón zepelín. Justo en ese tiempo los conoció don Miguel, aunque ya consignaba, como aquel becacier francés amigo del pediatra don Avelino, que había fechorías que auguraban el futuro trágico de unos ríos que eran prodigio de recuperación biológica entonces.

No podré estar hoy prologando esta jornada del aula del río, pero le rogué a Garnica esa vicaría para que recomiende vivamente a todos la relectura lenta de «Mis amigas las truchas»... y para que entone finalmente un padrenuestro al santo cazador y pescador que necesariamente habrá de concluir con un «ruega por nosotros, pescadores, ahora y en la hora de la muerte de estos ríos, amenjesús», implorando que esa hora llegue lo más tarde posible para joder así a san Seacabó, patrono de ingenieros y devoradores de sotos.

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