Diario de León
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pEDRO TRAPIELLO
León

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Venga a llamarlo nacionalismo (cerril), soberanismo (ilegítimo), independentismo (ilegal) o separatismo (fratricida), pero nos aclararíamos mejor si se reduce el asunto al concepto divorcio, pues no es otra cosa ese roncón perpetuo en el que se fajan Cataluña y España.

Divorcio: separación de dos cónyuges que llevan con malestar el ir uncidos al con-yugo (mucho tiempo en este caso; quinientos años dicen).

De divorcios hay muchas clases: de una parte, de partes dos, convenidos, perreados, traumáticos... o liberadores, que es lo que siempre espera el divorciante iluso y no acaba así.

El primer caso es el nuestro: divorcio de una parte, pues aquí es sólo Cataluña la que exige separación. La otra parte, España, ni se lo plantea y al efecto exhibe históricas capitulaciones matrimoniales para impedirlo: pues no te lo concedo, toma del frasco.

Malo.

¿Y qué ocurre cuando una parte se obsesiona y apremia separación mientras la otra se enroca en su casilla y en el poder de sus torres flanqueando al rey?... que la parte agraviada seguirá acopiando argumentos o delitos y ya sólo verá en la otra sino maldad, arbitrariedad, abuso... y exagerándolo el triple o, en muchas ocasiones, a inventárselo sin más. Es la dinámica, hacer crecer la repelencia, el hondo asco que el otro cónyuge les excita.

El oráculo de Pedrún dijo:

Si esto va de divorcio, tarde o temprano Cataluña y España acabarán separándose aunque se reduzca a simulacro y se condenen a serguir viviendo bajo el mismo techo. Cuando un matrimonio va mal sólo se pueden hacer dos cosas: arreglarlo o empeorarlo y echarlo a la vinagre, escabeche. Va siendo el caso, porque no se ve que el demandado quiera aplacar al agraviado. ¿Cómo ha de hacer España para reconquistar afectos y seducir a la parte arriscada?, ¿quizá con burlas en las redes como se hace a diario, con más decretazos?... los vínculos estatales no son más sagrados que la ley de Dios en el matrimonio canónico y hoy nadie la invocaría, ya veis. Pero aquí hablamos de ley de hombre... pon divorcio.

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