Diario de León

El baile del ahorcado

¡Esa mano!

León

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El macho, que es un concepto viejuno, se hizo carne a las afueras del Congreso. Ahí estaba Juan Carlos Monedero poniendo todos sus bemoles sobre los hombros de Soraya. Oye, qué tío, cuánta masculinidad, qué sobrado de testosterona, Adán en estado puro. Hasta que llegó él, todo era melifluo, pero esa carga de adrenalina que generó al saber que la vicepresidenta no lo sería más tenía que desplazarse hacia algún lugar y no pensó en otra cosa que en ‘cubrir’ con sus viriles manos a la vicepresidenta, demostrando que, al final, el hombre siempre vuelve. Eso de manosear al sexo débil, ya sea en plan sobón, con condescendencia o para agredir con estilo verraco es algo inédito en el Congreso. Fuera de allí es la normalidad, así que supongo que a eso se refiere el ideólogo de Podemos cuando defiende que el Parlamento debe parecerse más al país.

A mí me pasa cada día. Nadie me pone la mano encima, pero por lo demás, es bastante horripilante enfrentarse a según quién. Dénse ustedes una vuelta por la vida normal y verán cómo a las mujeres nos chitan y se dirijen a nosotras a la voz de ¡chica! Un primor esta sociedad, la verdad. En una ocasión un señor llamó al periódico y tras varias impertinencias seguidas acabó diciendo que le pusiera con un hombre. Ayer mismo, otro personaje me adelantó por la derecha montado en un Porsche blanco que no era de su talla. Eso suele pasar con los hombres muy masculinos, que usan el coche para avasallar. Adelantarme a mí no es difícil porque yo conduzco un Twingo de mi estatura, sin complejos. Así que no le valió ir a 200 por la LE-30 y pasarme incumpliendo el código, que va. También tuvo que demostrar su total rechazo hacia las señoras que conducen. Fue algo así como «paisana tenías que ser», pero en plan hortera de Porsche blanco.

Todas sufrimos a nuestros Monederos particulares. El problema es que, verás Juan Carlos, no estarás a la altura de la vicepresidenta en la vida, aunque saques músculo y te creas que por soltar una impertinencia quedas por encima, como todo lo que flota.

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