Diario de León

RETATO SOCIAL

La conciliación queda en casa

La llave de la conciliación familiar y laboral está en casa. Abuelos y abuelas dan el soporte para facilitar la vuelta al trabajo de las mujeres tras la baja maternal y que los hombres sigan con su rutina laboral. El 25% cuidan a diario de nietos y nietas. Una labor que a veces ayuda a paliar la soledad y otras llega a ser estresante

Gema Roy se hace un selfie con sus nietos.

Gema Roy se hace un selfie con sus nietos.

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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El mundo ha cambiado mucho desde los tiempos en que Mari Carmen y Elidio tuvieron hijos. Entonces, ella se dedicaba a la casa y al cuidado de los hijos y él ganaba el sueldo. La división sexual del trabajo y los roles asignaban a las mujeres el no remunerado en el hogar y a ellos el retribuido. Nadie hablaba de conciliar.

Cuando las mujeres se empiezan a incorporar al mundo laboral empieza aflorar una nueva necesidad. ¿Quién se ocupa de la casa y la crianza? Los estudios señalan que son las mujeres las que más tiempo dedican a estas tareas.

Ante la necesidad de conciliar, el colchón familiar, y particularmente las abuelas y abuelos, se ha convertido en la solución para que muchas parejas puedan compatibilizar su vida laboral y familiar. Y aquellos matrimonios de toda la vida se ven de repente rompiendo hasta los roles de género al hacerse cargo de sus nietos.

Es el caso de Elidio Sevilla, de 72 años, y María del Carmen Fernández Mateos, de 65. Cada mañana abren las puertas a sus nietos. El mayor, de tres años, está en período de adaptación del cole. El pequeño apenas tiene medio año. «Yo encantada de que me traigan a los niños», confiesa Carmen. «Ser abuela es una experiencia muy distinta a ser madre: estoy para quererles, educarles y a veces malcriarles», añade.

El hombre reconoce que ocuparse de sus nietos le ha dado una oportunidad que no tuvo con sus hijos: «Yo trabajaba en Telefónica y con los horarios que había de colegio casi no veía a mis hijos. Ahora es una satisfacción, te entretiene porque tienes tiempo», comenta.

Elidio ha experimentado estos días el horario de adaptación del colegio. Lleva a su nieto a las 11.30 y a las 13.30 lo recoge. Hasta las cuatro o las cinco de la tarde que llega su hijo a recogerlos. Mari Carmen es una cuidadora nata. «Son primeros nietos pero hace 22 años tuve otros ‘nietos’, los de la vecina, que le ayudaba a darles el biberón y el desayuno para ir a la escuela», recuerda. También fue la persona de referencia de otras dos vecinas mayores.

Según un estudio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, uno de cuatro abuelos cuida de sus nietos y dedica una media diaria de siete horas a esta tarea impagable. Dicen estos expertos que ejercer el rol de abuelo o abuela es una forma de sentirse integrado socialmente, incrementa el bienestar y sentimiento de utilidad y disminuye el sentimiento de soledad.

Contar cuentos a su nieto mayor, conversar mientras se van a tomar el mosto y prestarle atención para que duerma la siesta son algunas de las satisfacciones de este abuelo leonés, que además lleva una vida social activa como presidente de la Asociación de Alumnos de la Universidad de la Experiencia y también de la Comunidad de Propietarios de su bloque de viviendas.

«A mí me satisfacen más mis nietos», comenta Mari Carmen, que sigue siendo el pilar de la casa y lleva una vida activa social y físicamente. Cuando llega junio, el matrimonio no falta a la cita de sus vacaciones en Benidorm. «Ese tiempo saben que es nuestro y se organizan con las vacaciones», dicen.

Precisamente cuando llegan las vacaciones es cuando más necesitan a Mari Paz López su hijo y su nuera, que residen en Barcelona. Los niños pasan gran parte del verano en casa de su abuela en León.

Ella les prepara una agenda «especial» para disfrutar. Desde montar a caballo a ir a pescar a la piscifactoría. «Procuro organizar cosas que allí no pueden disfrutar», apunta esta mujer que también es alumna de la Universidad de la Experiencia.

Durante la primera quincena de septiembre, hasta que empieza el cole es Mari Paz la que se desplaza Barcelona para hacer más suave la vuelta a la normalidad del curso escolar. «Primero vienen a León y luego me voy tres semanas allí hasta que empiezan el colegio», comenta.

«‘Yaya juega con nosotros’», es una de las frases que más repiten los niños cuando están con Mari Paz. No se cansan de jugar. El parchís y otros juegos de entretenimiento forman parte de los pasatiempos. «Los padres de ahora viven de tal manera que no tienen tiempo de jugar», comenta.

Ahora ‘descansa de los nietos’ en Benidorm con su «pareja de ocio», comenta. Pronto reiniciará su curso con toda la agenda repleta de clases de inglés, yoga, pilates, gimnasia de mantenimiento, taller de memoria y Universidad de la Experiencia. «Claro que les echo de menos, ahora me llaman y me preguntan qué tal la espaldita porque volví con lumbago», comenta.

Otro modelo de abuela es el de Gema Roy. Su hija quedó viuda hace unos años y siempre está disponible «para echarle una mano en lo que necesite» ya sea para ir a buscarles al colegio o cuando se van de vacaciones los cuatro.

«Somos totalmente necesarios, imprescindibles si los hijos Dios quiere que trabajen. Aunque lo tengan todo organizado, si un hijo se pone malo hay que tirar de la abuela», apunta María Luisa de la Vega, una de las voluntarias veteranas de la Fundación Mensajeros de la Paz.

Esta abuela que tiene nietos y nietas de todas las edades señala que «los jóvenes de ahora lo tienen muy difícil porque con un sueldo no se llega a fin de mes y están atosigados», añade.

Hay abuelos y abuelas que incluso se desplazan de ciudad para cuidar a sus nietos temporalmente. Y se turnan entre los padres de uno y otro miembro de la pareja. El colchón familiar lo soporta todo.

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