Diario de León

Las afganas que rompieron el burka

Tobina Hamdard, abogada de 37 años, fue a un centro clandestino al cerrar los talibanes las escuelas femeninas.

Una militar italiana y una afgana en el mercado artesanal organizado con el apoyo de la OTAN en Herat.  JALIL REZAYEE

Una militar italiana y una afgana en el mercado artesanal organizado con el apoyo de la OTAN en Herat. JALIL REZAYEE

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León

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Baber Khan Sahel | kabul

Tobina Hamdard tenía 14 años cuando los talibanes establecieron su régimen en Kabul (1996-2001), una época sombría en la que estudiaba de forma clandestina y veía el mundo a través de la ventana cerrada de su apartamento, y que no está dispuesta a revivir si los insurgentes firman un acuerdo de paz.

Durante aquellos cinco años hasta la invasión estadounidense en 2001, las escuelas femeninas cerraron sus puertas y las mujeres no podían salir a las calles a no ser por necesidad extrema, en cuyo caso debían esconderse bajo el abrazo de un enorme burka.

«De pronto, todos los colegios cerraron para las niñas, la única vida para nosotras era estar en casa y ver el mundo desde detrás de los cristales cerrados del apartamento. Era increíble para mi que Afganistán experimentase una época tan negra», explicó a Efe Robina, una abogada de 37 años.

Pasado el primer año del régimen, la entonces adolescente se envalentonó contra las amenazas de los talibanes y se enroló en una clase informal que tenía lugar clandestinamente en el primer piso de su edificio, donde recibió enseñanzas de una vecina hasta que en 2002 pudo volver a la escuela.

Por aquel entonces, su única diversión era enviar secretamente cartas al vecino Pakistán para que fuesen publicadas en revistas afganas, siendo su «gran día» aquel en que recibía una copia de la publicación con sus artículos en ella.

En los últimos 17 años las cosas han cambiado mucho en Afganistán -ahora con decenas de ministras y embajadoras, y un 27 % de mujeres en el sector del empleo público- y hace seis que Robina trabaja como jefa del Departamento de Apoyo de la organización por los derechos femeninos Red de Mujeres Afganas.

Sin embargo, desde que los talibanes entablaron conversaciones de paz con Estados Unidos en los últimos meses, a la espera de que los insurgentes del mulá Haibatullah acepten hablar con el Gobierno de Kabul, su hija de 10 años ha comenzado a hacer preguntas sobre la formación insurgente.

«Si los talibanes retornan con tal comportamiento, entonces preparémonos desde ahora para dejar Afganistán», dice a menudo a su padre la pequeña, consciente de las desoladoras historias que la madre tiene en su haber sobre el régimen insurgente. Robina, optimista, cree que las afganas seguirán luchando por sus derechos incluso si los talibanes vuelven al poder tras un posible pacto de paz y ni ellos ni nadie «podrán negar a las mujeres sus derechos ganados durante los últimos 17 años».

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