Diario de León

LAS MUSAS SE QUEDAN SOLAS

El Musac llega a la adolescencia

Quince años han pasado desde que el edificio ideado por Tuñón y Mansilla se convirtiera en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, tres lustros durante los cuales el espíritu del navío artístico del presente se ha visto obligado a cambiar por las limitaciones presupuestarias de la crisis y ahora afronta la era post Covid con incertidumbre

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León

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El día antes de la inauguración del Musac moría Juan Pablo II, un acontecimiento global que modificó parte de la agenda que los por entonces responsables del Museo Contemporáneo de Castilla y León habían programado para aquel día. Lucía el sol el 1 de abril de 2005 cuando los príncipes de Asturias presidieron la puesta de largo de un centro que se abría con una declaración de intenciones. La exposición inaugural se tituló Emergencias, un nombre polisémico con el que Rafael Doctor y su consejo asesor quisieron reflejar no sólo las nuevas apuestas del arte contemporáneo sino las urgencias sociales, políticas y económicas de la Humanidad. El nombre de la muestra estaba tomado de una de las piezas, obra de Alfredo Jaar, un gigantesco ‘pantano’ que emergía el continente africano y con el que el museo abría el diálogo de artistas sobre los retos del siglo XXI: medio ambiente, guerra, desigualdades sociales, inmigración, liberación de la mujer, etc. La carga de contracultura que tuvo aquella primera muestra sentó las bases sobre las que descansaría el Musac en los años siguientes. Rafael Doctor explicaba que el propósito de su proyecto era convertir la nueva infraestructura en un museo del presente que fuera capaz de explicar los retos del siglo XXI. Con un presupuesto anual de dos millones y medio y otros dos para la compra de colección, el museo se convirtió rápidamente en uno de los protagonistas de la escena española. De hecho, en el año 2009, el Observatorio de la Cultura le alzaba entre los centros culturales más importantes del país por delante de museos como el Guggenheim de Bilbao o La Casa Encendida. Este posicionamiento convirtió León en la octava capital más interesante de España por su actividad cultural, todo un logro que hizo que la ciudad comenzara a aparecer en los suplementos culturales de periódicos de todo el mundo. El edificio de proyectado por Tuñón y Mansilla elevó el gasto hasta los 33 millones de euros, un coste al que se unió un millón y medio más para la decoración interior. La colección atesoraba 700 obras de 153 artistas y la Junta invirtió cinco millones en estas adquisiciones. Además, se comprometió a destinar dos millones anuales para su ampliación.

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Emergencias sentó las bases de la filosofía que el museo tendría durante su primera etapa de vida, la de Rafael Doctor. El director de Calzada de Calatrava se rodeó de un consejo asesor formado por el exministro de Cultura, José Guirao, el curador internacional Octavio Zaya, el comisario jefe del Musac, Agustín Pérez Rubio, y la catedrática Estrella de Diego y, desde el primer día, dejó claro que su actividad estaría volcada en apasionar a la gente en el arte contemporáneo, una zona minada en muchas ocasiones por la incomprensión. Para ello, ideó exposiciones en las que convertía a la audiencia en parte cuando no en protagonista de la muestra.

La mayoría de los artistas que estuvieron presentes en Emergencias convirtieron los 5.000 metros cuadros expositivos del museo en el espacio de muestras únicas. Fue el caso de Shirin Neshat, con The last word, una reflexión acerca del papel de la mujer en la sociedad iraní, la de Julie Mehretu, Black town, alegoría pictórica sobre el control de la sociedad por el poder o los poemas visuales que la suiza Pipilotti Rist nos invitó a contemplar en Problemas buenos. En esa misma temporada expositiva, el Musac se convirtió en una feria. Con Flachgenstein. La caseta del alemán, Enrique Marty nos forzó a caminar en medio de las vanitas y nos demostró la futilidad de la vida terrenal y de la naturaleza transitoria de todos los bienes y aspiraciones mundanos, un vanitas. Además, el por entonces director también creó muestras que nada tenían que ver con el arte contemporáneo. Fue el caso de Te voy a enseñar a bailar, la exposición de Blanca Li que criticaba el culto al cuerpo de la sociedad actual en un tono irónico y proponía aprovechar las tareas domésticas para hacer ejercicio y deporte.

La dimisión de Rafael Doctor cambió el paso del Musac con la llegada del que por entonces había sido comisario jefe del centro. Agustín Pérez Rubio se hizo cargo del museo en una momento complicado por el desplome presupuestario del museo. De los ocho millones y medio de euros de presupuesto que el centro recibía de la Fundación Siglo en 2005, se perdieron 3,5 en 2010 y el museo tuvo que acometer su función con poco más de cinco millones, una cifra a la que habría que descontar los tres millones que cada año se destinaban a pagar la hipoteca del Musac, pago que finalizó el año pasado. La fiesta económica llegó a su fin pero Pérez Rubio supo encaminar el centro hacia la disciplina económica sin vaciar el contenido. Fue la época de las exposiciones conceptuales, de los diálogos filosóficos del museo con la sociedad, la economía y la política. Un ejemplo del legado del valenciano fue la exposición de Kyong Park comisariada por Octavio Zaya Las nuevas rutas de la seda. La muestra reveló los resultados de una profunda y rigurosa investigación sobre las consecuencias que la globalización ha generado no sólo sobre el urbanismo mundial sino por la mayoría de los pobladores del planeta.

Desde el balcón de su casa, Marisa Valbuena, promotora de la cultura desde su puesto en el Ayuntamiento de León y una de las personas más volcadas con la promoción cultural en la provincia, tomó una serie de fotografías que son ya parte de la historia de la ciudad; la construcción del Musac desde que era un prado hasta el edificio que se ha convertido en sede del arte moderno

Tras la transición de Eva González Sancho, la llegada del actual director, Manuel Olveira, supuso, como él mismo subraya en Cinco itinerarios con un punto de vista, una segunda fase que incluía «la redistribución presupuestaria, la reorientación de la programación, la reactivación de las adquisiciones para la colección bajo una nueva definición y un nuevo marco cronológico». Todo ello, considera Olveira, supuso implantar iniciativas orientadas al trabajo contextual y a una necesaria reformulación de los horizontes programáticos y conceptuales. El actual director ha conferido al museo de un argumentario más conectado con la crítica económica y la ideología de género. Buena muestra del nuevo ritmo conceptual del Musac es Genealogías feministas en el arte español o Cómo vivir con la memoria. Actitudes artísticas ante arquitectura y franquismo.

Ahora, en su decimoquinto aniversario, el centro de Eras tendrá que reinventarse una vez más en un mundo lleno de incertidumbres. La primera de ellas será la fecha de su reapertura y cómo se gestionará el día después la relación entre el museo y el público. Aunque en realidad, la función de las musas es despertar más preguntas a la incógnita del m¡nuevo mundo.

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