Diario de León

El joven que desconfinó su cáncer en las redes

El zamorano David Ferrero, con un linfoma de Burkitt, ha usado los 280 caracteres de Twitter como píldoras para compartir su caso en plena cuarentena en Londres y su regreso a España

David Ferrero ha conseguido más de 10.000 seguidores en las redes sociales. EFE

David Ferrero ha conseguido más de 10.000 seguidores en las redes sociales. EFE

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El joven zamorano David Ferrero ha utilizado los 280 caracteres de la red social Twitter para, mensaje a mensaje, narrar la odisea que vive desde que en Londres, en plena pandemia de Covid-19, sintiera los primeros síntomas del agresivo cáncer que padece y cómo es su tratamiento de regreso a Zamora. Su situación también la ha contado en Instagram y entre las dos redes sociales suma unos diez mil seguidores a los que ha descrito cómo le ha cambiado la vida desde que le diagnosticaron un linfoma de Burkitt, un tipo de cáncer «muy agresivo» pero que «reacciona muy bien a la quimioterapia», ha explicado en su cuaderno de bitácora. David Ferrero, educador social de 27 años, ha declarado a Efe que hacer público su caso puede ser algo bueno «si la gente puede aprender, empatizar o lo que sea» con su «historia».

Bajo su nombre en redes sociales, @davizferrero, ha detallado cómo durante la cuarentena en Londres, donde vivía desde hace dos años, comenzó a sentir un dolor abdominal que le duró semanas, pero evitó ir al médico por la situación sanitaria por el coronavirus y porque en Inglaterra no tenía asignado médico de familia. Esperó hasta junio, cuando ya se había reincorporado al trabajo y un día que no aguantó más se fue a urgencias. Le operaron a la mañana siguiente para extirparle el apéndice, el ciego, una parte del colon que estaba dañada y quitarle dos pequeños tumores del intestino delgado. Aún así, pasaron diez días más antes de que llegara «el peor día de mi vida sin ninguna duda», cuando le confirmaron que padecía cáncer y le pusieron apellidos: linfoma de Burkitt.

En Londres, David Ferrero primero tuvo el apoyo de su madre, que se desplazó a acompañarle tras la primera operación pese a las restricciones de movimientos y a que no habla inglés, y posteriormente de su novio, que fue a verle desde París sin saber nada de lo que le ocurría. «Al salir del metro, lo vi a lo lejos, esperándome con una sonrisa y a mí se me caía el alma. Se lo conté, fui bastante directo, no sabía cómo explicárselo. Me abrazó y nos pusimos a llorar», ha descrito en uno de sus tuits el educador social zamorano.

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