Perjudicados
La infancia que lucha contra la exclusión educativa y el covid
Dos mil menores de León de familias desfavorecidas necesitan refuerzos educativos para librar la brecha por el idioma, las diferencias curriculares de los países y los problemas económicos. Seis entidades trabajan para que no se queden en el vagón de cola.
Cerca de 2.000 menores leoneses necesitan refuerzo y apoyo escolar por riesgo de exclusión social. Seis entidades trabajan en León con familias para que sus hijos e hijas no pierdan el tren de la educación.
La Asociación Auryn, Federico Ozanam, Valponasca, Don Bosco, Cruz Roja y los Ceas del Ayuntamiento de León toman el relevo después de las aulas. Educadores y personal voluntario colaboran para que los hijos de familias inmigrantes y monoparentales no se queden atrás en los estudios debido a las dificultades con el aprendizaje del idioma, por los desfases curriculares de los planes de estudio de los distintos países o por los problemas económicos que les impide adaptarse a las nuevas tecnologías.
El coronavirus ha llegado para incrementar aún más esa brecha en la infancia, una realidad que las asociaciones quieren revertir. El coronavirus complica aún más las cosas este curso.
Las entidades abren con limitaciones que se traducirán en una reducción de las horas de apoyo y en una limitación del aforo, lo que dejará a muchos menores sin la posibilidad de este recurso.
Límites
«Este año, por las exigencias para cumplir con los protocolos del covid, hemos tenido que reducir las horas de clases de apoyo y el número de menores a los que atendemos», explica la coordinadora de la Asociación Auryn, Sandra Mateos Sabel. Las restricciones en esta asociación afectarán especialmente a los más pequeños. Este año sólo podrán asistir al centro la mitad de los que acudieron el curso pasado. «De los veinte que vinieron el año pasado, este año sólo podremos acoger a 8 ó 9», explica Sandra Mateos.
La asociación buscará apoyos en otros recursos para estos menores no se queden sin plazas, pero hay escasez de plazas. «Nosotros, en condiciones normales, tenemos lista de espera». Auryn prioriza a las familias de Puente Castro, Santa Ana, La Chantría y La Lastra, su zona de influencia. Este año abrirán las instalaciones el 6 de octubre para acoger a 54 menores, que estarán atendidos por dos educadores. «El año pasado tuvimos a ochenta». Pero no todos los barrio tienen este servicio de apoyo escolar.
Tras la lectura, los libros permanecerá 72 horas en cuarentena. FERNANDO OTERO
Pero el estado de alarma también fue un aprendizaje. Las dificultades tecnológicas iniciales han dado paso a un mejor conocimiento de las necesidades de las familias que ayudará ahora a mejorar los métodos de trabajo telemático.
La normativa sólo permite a ocho menores por aula. «El problema que tenemos es que algunas de nuestras dependencias no tienen una buena ventilación y no podemos utilizar las instalaciones al completo». Los menores, ocho por aula, estarán una hora en clase. Cuando salgan, los educadores tendrán que ventilar y desinfectar durante media hora antes de que entre otro grupo de estudiantes. «Esto es lo que nos limita a la mitad del número de menores de entre 3 y 6 años. Pero con los de Primaria lo que hacemos es reducir el tiempo de clase, para que podamos acoger a casi todos». A los que no se llegue con estas medidas se les apoyará por vía telemática.
Apoyo informático
Auryn, a través de la Fundación Educo y la colaboración de Indra, dispone de 18 tablets que repartirá a las familias con más dificultades económicas para facilitar el acceso de los estudiantes menores que no puedan asistir de manera presencial a las clases de apoyo. Educo es una oenegé de cooperación global para el desarrollo y acción humanitaria quetrabaja en España y en países de África, América y Asia, mediante proyectos sociales en los que participan cerca de 820.000 niños y niñas.
«Durante el confinamiento nos dimos cuenta de que hay familias inmigrantes que tienen muchas limitaciones tecnológicas y de conocimiento de cómo funciona un simple correo electrónico». Ese estudio de los hogares y sus limitaciones de conexión, acceso a internet, wifi o datos. «Además, los niños perdieron el hábito de los horarios. En muchas familias sólo hay un móvil, que utilizan todos».
Esta certeza lleva Auryn a modificar su método de trabajo. «Los cibervoluntarios darán clase a las familias y a sus hijos en la segunda quincena de octubre para que sepan manejarse con el correo electrónico o conectarse a una videollamada, entre otras cosas».
Los menores entrarán en clase de apoyo con una declaración responsable de sus familias, que se comprometen a no llevarlos a clase si tienen fiebre. Si faltan por alguna otras circunstancia tienen que avisar a la asociación y explicar los motivos. Una vez dentro, se le toma la temperatura, disponen de geles y líquidos desinfectantes.
Infantil, los perjudicados
Las dificultades económicas de las familias también son una alerta para una máxima seguridad. «Les preguntamos el tiempo que hace que se pusieron las mascarillas y si ese día no se la han cambiado les damos una nueva». La asociación, perteneciente a la familia de los salesianos, recibió 1.200 euros para la adquisición de material desinfectante, termómetros y mascarillas. «Ellos traen su material. Los libros que prestamos permanecen a la espera 72 horas». En las actividades que duran más de una hora, como los campamentos urbanos, Auryn sí reparte las mascarillas a los participantes.
La tecnología será el recurso definitivo para atender a 41 adolescentes que también pasan por las aulas de apoyo. «Ellos tienen menos dificultades y se manejan muy bien en remoto». La asociación prepara un proyecto de radio local para este grupo mayores de edad.
La pandemia cerró los parques, que todavía permanecen sellados para evitar el contacto de los menores. Auryn también ha pensado en el juego al aire libre con un servicio de préstamos de bicicletas y patines. «Se los prestamos nosotros para tener el control de la desinfección».
Los fines de semana, fuera de las horas lectivas, los niños y niñas de Auryn también participan en actividades «que estarán atendidas por personas voluntarias, siempre las mismas en cada grupo, en el que priorizaremos a hermanos o familiares convivientes»