Diario de León

Mayores en el tren turístico en busca de la normalidad

Viaje al centro de León

«Si nos dieran una vuelta así todos los días...», comenta Selvio Andrés Alonso, de 81 años, tras el viaje al centro de León en el tren turístico del que disfrutaron, a pesar del día nublado, 45 personas mayores de la residencia Orpea que retoma las salidas mensuales tras año y medio por la pandemia.

Un trabajador les despide al iniciar el viaje. FERNANDO OTERO

Un trabajador les despide al iniciar el viaje. FERNANDO OTERO

León

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Tan emocionante como el Viaje al centro de la Tierra . Volver a ver la Catedral, comprobar el bullicio de la Feria de la Cerámica y el Mercado Medieval, ver las terrazas llenas... Todo les llamó la atención y todo lo disfrutaron con ganas porque hace más de año medio que no se mueven del barrio, Eras de Renueva, donde se ubica la residencia.

«He visto todos los negocios abiertos, vi buen ambiente, más que por el barrio, con las terrazas abiertas y lleno de gente», comenta Selvio Andrés Alonso, que convive en el centro residencial, con su esposa, desde hace tres años. Como anécdota de la jornada no se le olvidará que vieron el Luisón cerrado, «una mujer quería comer callos». La salida, programada en el tren turístico para que disfrutaran del ambiente de San Froilán y para dar un paso más en la vuelta a la normalidad de las personas residentes en el centro, después de año y medio largo de pandemia.

La curiosidad de Celia

«Me ha hecho mucha ilusión saber que la Catedral fue construida en el siglo XIII»

Un paso más en un recorrido que ha sido duro —el primer mes del confinamiento lo pasaron encerrados en las habitaciones— pero en el que «han mostrado una gran capacidad de adaptación», comenta la psicóloga Esther de Abajo.

Bajando por la cuesta de la Catedral. FERNANDO OTERO

Ildefonso González González, de 79 años. recordó los tiempos en que iba a pie por el centro de León. «Siempre me gustó la Catedral y San Isidoro por dentro», dice el hombre, natural de Valle de Vegacervera, aunque reside en León desde hace 40 años. «Estaba enseñado a pasear bastante», comenta apoyado sobre su andador, con el que a veces a un puente de madera cercano al centro comercial Espacio León.

Selvio vio ambiente

«Había mucho movimiento, con las terrazas llenas, los negocios abiertos»

«Es la segunda vez que voy en el tren turístico, pero han modernizado tanto que lo encontré extraño», señala Estefanía. No se fijó tanto en los cambios de Ordoño II como en la calle Ancha, a la que también vio cambiada. Hacía cuatro años que no pisaba el centro. Le gustó ver a la gente comprando en los puestos de San Froilán y la cerámica. «La Catedral estaba preciosa, es fabulosa», añade.

Un trabajador les despide al iniciar el viaje. FERNANDO OTERO

«Me ha prestado mucho el viaje», afirmó Celia Cancillo Cancillo, de 91 años y oriunda de Almagarinos. Esta mujer, que enviudó con 48 años y salió adelante con un puesto, Charcutería Celia, en el Mercado de Abastos de la plaza del Conde, le hizo «mucha ilusión» saber que la Catedral fue construida en el siglo XIII. A pesar de que la audición no la tiene como le gustaría y no oía del todo bien las grabaciones que ponen en el tren turístico se quedó con este dato curioso.

Al igual que la Catedral, ver el palacio de Botines, «todas las cosas que yo caminaba mucho y hacía tanto tiempo que no veía» fue muy gratificante para Celia, que está deseando ir a pasar unos días con un hijo en Villamarco. Está orgullosa de su familia, con tres hijos, cinco nietos y tres biznietas y dos biznietos. «Están para comérseles», dice mientras se levanta de la silla y se mueve como hacía el pequeño de 13 meses hace unos días: «Va para bailarín», le dijo a la madre

Preparados para ver el ambiente de San Froilán. FERNANDO OTERO

Everilda Rubio disfrutó mucho el viaje. «Echo de menos el centro, tengo una casa con balcón en la plaza Mayor desde hace 50 años», comenta. Le dice a la directora que esta semana va a ir a la peluquería a teñirse el centro y visitar su casa.

Everilda guarda bajo la coquetería una dura historia de madre separada con cuatro hijos a los que sacó adelante con mucho y muchos trabajos: de cocinera, de vendedora de cosméticos —asegura que le vendió más de una crema a Carmen Lomana y a una princesa árabe en Benidorm— y como tendera. En la calle Santa Cruz tuvo una tienda en la que vendía «más de 80 clases de pastas». «Iban las gitanas y pagaban a tocateja, nunca pensé que iba a hacer tantas sumas», añade.

Por encima de todo es una persona alegre, la única que se lanzó a bailar con la música de dulzaina y tambor con que obsequiaron a los residentes de Orpea León con motivo de las fiestas de San Froilán. «Bailé tanto que no pude cenar, pero que me quiten lo bailao...». Luego se arranca con la aventura de cuando fue sirvienta, con doce años, para un militar de Astorga que le quería cambiar el nombre.

El viaje al centro de León es el comienzo de «una relativa normalidad», asegura Esther de Abajo, psicóloga del centro y responsable del programa de las salidas. «Nos permite, sobre todo a ellos, que todo vaya adquiriendo esa normalidad tan necesaria», añade.

Visitar el Musac, el centro comercial, ir al cine, tomar un chocolate con churros... Hay varias ideas en marcha para nuevas salidas, si la pandemia sigue en la situación de retroceso que vive actualmente. Las personas más dependientes tienen otro tipo de actividades en el centro, pero en la medida que se puedan llevar sillas de ruedas —ayer solo había capacidad para una en el tren turístico— son actividades más accesibles.

Desde la residencia promueven, dentro de las capacidades de cada persona, un envejecimiento activo, más en contacto con la comunidad».

El impacto de la pandemia en el estado emocional fue grande. Pese a todo, «se adaptaron bastante bien seguramente porque han vivido situaciones complicadas y ésta era un mes». Lo cual no quita que «algunas personas lo pasaran mal, necesitaban el apoyo de la familia que hemos intentado como profesionales» y con los medios tecnológicos disponibles. El mes de encierro en la habitación, mientras el resto del mundo estaba confinado en su casa, no impidió que respetaran las normas que se han ido sucediendo y aligerando las restricciones hasta culminar ayer con la primera salida del centro al centro.

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