Diario de León

León pierde a Natividad y Consuelo, y se queda sin Gerardo y Julio

Nombres. Costumbres y tradiciones dejan en desuso a los que estaban de moda en los años 30. Antes que ellos, en la Edad Media, pitaban en León Elvira, Oveco, Recamundo o Ildiara, entre otros. Ahora entran con fuerza Enzo o Noa y se recupera Jimena.

Fotografía de un recién nacido. EFE/LUKASZ GAGULSKI

Fotografía de un recién nacido. EFE/LUKASZ GAGULSKI

León

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Estaban en la lista Top de los nombres más puestos de hace ochenta años pero el cambio de costumbres, tradiciones y modas los han abandonado por el camino. Natividad, Consuelo y Rosario estaban entre los nombres preferidos para las niñas que nacieron en León en los años 30, pero desde los noventa desaparecieron de las preferencias de las familias leonesas. También está en completo desuso llamar los varones Julio o Gerardo, muy comunes en esa mismos años. 

 En los datos que refleja el Instituto Nacional de Estadística (INE) de los nombres preferidos para las criaturas nacidas en la provincia se mantiene inalterable el nombre de Manuel, que desde los años 30 siguen entre los nombres más puestos todos los años, aunque ha descendido en el escalafón de los preferidos del segundo puesto al decimocuarto en la actualidad. Pero ahí sigue. Es uno de los nombres preferidos por las familias leonesas para sus hijos varones. 

El tercer nombre femenino más puesto en los años 30 era María, que ya ha desaparecido como primera opción. Josefa, el segundo hace ochenta años, también se cae de una lista en la que sólo se mantiene Carmen, que pasa del tercer puesto al decimonoveno.

Hay que tener en cuenta que el INE no registra los nombres que se ponen a menos de cinco personas, por su baja representatividad.

Genara, por ejemplo, nunca estuvo en la lista de los nombres más puestos en León. Actualmente hay 27 mujeres que se llaman así en la provincia, pero es un nombre que no aparece en las estadísticas desde 1959 o al menos no se han inscrito más de cinco mujeres, que es el mínimo que necesita el INE para recogerla en el recuento.

Los de siempre
Pedro era preferente en los años 30, pero ha desaparecido casi de los nombres  actuales

Natividades quedan 676, pero desde 1990 no entra en ningún censo del INE, como Consuelo, de las que quedan 684. Josefas quedan 2.535, pero es un nombre, pese a ser la segunda opción de las familias en 1930, ahora nadie opta por él.

«Los nombres son hechura de la historia, recogen las tradiciones, reflejan las modas y responden a los cambios sociales», asegura Raúl González González, profesor y especialista en Historia Medieval de la Universidad de León. «Mientras que en León altomedieval encontramos nombres que remiten al viejo sustrato cultural prerromano, latino o germánico, acompañados de otros de origen hebreo o incluso griego, a partir del siglo XI el auge del Camino de Santiago llenará la ciudad de nombres francos».

En la elección de los nombres pesa la tradición familiar, las modas del momento y el lugar de nacimiento. En el caso de la provincia de León esa evolución ha dejando un rastro de pérdidas que se pueden analizar según la época histórica. Raúl González destaca que mientras que en el León altomedieval encontramos nombres que remiten al viejo sustrato cultural prerromano, como Elvira u Oveco; latino, como Leticia o Paterno; o germánico como Recamundo o Ilduara), acompañados de otros de origen hebreo en los que destacaban Marta o Jacob; árabes como Habibe o Abolcacém, o incluso griego como Eulalia o Pantaleón, a partir del siglo XI el auge del Camino de Santiago llenará la ciudad de nombres francos, como Grimaldo o Giralda. «Durante gran parte de la Edad Media no había ‘apellidos’ en el semáforo moderno. Lo que seguía al nombre de pila de una persona era un patronímico, es decir, un término que hacía referencia a su padre. Así, aguien era llamado Miguélez si era hijo de Miguel, González si era hijo de un Gonzalo e Isídrez si era hijo de Isidro». También existían apodos «que servían para diferenciar a una persona en función de su lugar de origen, su aspecto físico o cualquier rasgo significativo».

Historia medieval. Raúl González González:

Historia medieval. Raúl González González: "Los nombres son hechura de la historia, recogen las tradiciones, reflejan las modas y responden a los cambios sociales"

Por épocas

«A partir de los siglos XII-XIII, la nobleza empezó a utilizar otro sistema, en el que el nombre y el patronímico eran acompañados de un término que identificaba a la familia y era heredado de generación en generación. Generalmente hacía referencia al solar familiar: Quiñones, Guzmán, Cifuentes... En la Baja Edad Media, la costumbre se fue extendiendo a otros grupos sociales, a medida que estos iban adoptando la estructura familiar de los linajes patrilineales: las familias fueron pasando a ser identificadas por un apellido que se heredaba por línea masculina. Como no todos tenían un solar nobiliario del que presumir, este apellido podía tomarse de una profesión, un lugar de origen o un apodo. En muchos casos, sencillamente se ‘fosilizó’ el viejo patronímico, que quedó fijado y pasó a convertirse en hereditario, sin aludir ya al nombre del padre. De hecho, nuestros apellidos más comunes hoy en día no son sino antiguos patronímicos fosilizados. Por eso remiten a algunos de los nombres más frecuentes hacia el final de la Edad Media, cuando tuvo lugar la fijación de los apellidos: Fernández, González, Rodríguez, Martínez, Álvarez, Pérez, Domínguez, Suárez...»

Raros de la Edad Media
Gontrodo, Salomona o Flámulas para mujeres o Sabarico, Lubila o Soña para hombres

Como los apellidos permitían diferenciar a las personas «se produjo una drástica reducción de los nombres de pila disponibles y en adelante, la mayoría de las personas llevarían nombres tan corrientes como María, Juana o Teresa en las mujeres o Juan, Pedro o Alfonso en lo varones».

Pedro seguía en las preferencias de las familias para sus hijos en los años 30, pero ha desaparecido casi de los nombres más puestos ahora, y ya no queda casi rastro en los nuevos registros de las juanas o teresas.

Los nombres desaparecen para dar paso a otros nuevos. Ocurrió también en la Alta Edad Media. «En el León de los primeros reyes podíamos encontrar a mujeres llamadas Gontrodo, Salomona o Flámula, o a hombres llamados Sabarico, Lubila o Soña. Para una mayor diferenciación solía utilizarse un segundo nombre como apodo, llamado en la época cognomento, como Felicia cognomento Monoya, Cidi cognomento Saranian, Florencio cognomento Falcón...». Actualmente no hay nadie que se llame de esa manera en la provincia.

Y como lo de los nombres va por modas, también se llevaron mucho de nombres árabes. «El prestigio del árabe como lengua de moda en época del Califato de Córdoba llegó a hacer que en el León de los siglos X y XI no fuese infrecuente que este cognomento fuese un nombre áraba, como vemos en los dobletes de Pelayo -Zuleimán, Vistremiro-Hatec o Qurita-Emulmatarraf», destaca Raúl González.

Todavía hay 89 hombres que se llaman Pelayo en la provincia de León, y 98 con el nombre de Ramiro. Jimenas, sin embargo, hay 359, un nombre que se recupera y entra en la lista de los más puesto. Entre el año 2000 y el 2010 se inscribieron 308 criaturas con ese nombre.

En moda ahora

Ahora están de moda en León para los niños los nombres de Martín, Lucas, Mateo, Hugo, Leo, Adrián, Enzo, Diego, Pablo, Alejandro, Marco, Daniel, Oliver, Manuel, Izan, Bruno, Darío, Gael y Mario, que han tomado el relevo a los tradicionales y más puestos hace ochenta años Jose, Manuel Antonio, Francisco, Pedro, Luis, Ángel, Santiago, Tomás, Miguel, Julio, Emilio, Agustín, Fernando, Alfredo, Rafael, Gerardo o Vicente.

Raros de ahora
Enzo, Izan y Gael para hombres; Noa y Mía para los que nacen ahora en la provincia de León

Para las niñas se opta ahora por Lucía, Martina, Sofía, Daniela, Lara, Valeria, Alba, María, Vega, Noa, Jimena, Paula, Vera, Olivia, Sara, Aitana, Enma, Carmen y Julia.

Carmen, como Manuel, son dos resistentes al paso del tiempo. La popularidad de Carmen tuvo su auge entre 1949 y 1959, pero sigue un goteo de niñas con este nombre. En 2020 se pusieron 23, y no desaparece de las estadísticas. En León hay 2.589. Manuel también resiste, con 6.729 leoneses con ese nombre,27 a partir de 2020.

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