Diario de León
Avenida Padre Isla, número 44. OVIDIO PRIETO

Avenida Padre Isla, número 44. OVIDIO PRIETO

León

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En marzo de 1988, Amadeo Vázquez Prieto firmó este edificio para Construcciones Julián Franco S.L. en un solar fruto de la integración de otros dos: uno hacia la calle Renueva y otro en la Avda. Padre Isla, entonces ocupado por un vetusto edificio levantado por Manuel de Cárdenas hacia 1926, dotado con una magnífica escalera y dos espléndidas fachadas de ladrillo —balcones en la calle y galerías arqueadas al patio—, que, al parecer, el Ayuntamiento quería conservar. El proyecto de Derribo Parcial del Inmueble se firmó en mayo de ese mismo año. Solo sobrevivió la fachada principal. Amadeo dirigió las obras de Padre Isla con Oscar Luis Suárez Millian y Francisco Simarro Rodríguez como aparejadores. Concibió el nuevo edificio con dos sótanos para aparcamientos accesibles por Renueva. La planta baja para locales y el portal con escalera y ascensor para subir a 14 viviendas en cinco plantas y a otras 4 bajo cubierta. Dispuso el alzado a la calle simétrico. Abajo, la vieja fachada con sencilla portada en el eje, entre la sillería almohadillada de los huecos de las tiendas. En el cuerpo de ladrillo, dos niveles de balcones con antepechos de forja, jácenas, dinteles y guardapolvos vinculados por impostas, bajo cornisa de esquinillas y modillones escalonados. La planta tercera en sombra, tras una barandilla metálica y los pilares de fachada que parecen soportar el cuerpo añadido, en dos niveles más otro retranqueado, chapados de piedra con miradores entre hileras de balcones retraídos, la central significada por finas pilastras que apuntalan un frontón triangular... A finales de los 80, y sin duda de forma despiadada, Amadeo Vázquez consagraba en León el polémico ‘Fachadismo’ en las siempre delicadas operaciones de rehabilitación de inmuebles, mientras planteaba, no sin cierta arrogancia, el problema de la ‘Fusión de Estilos’ al incorporar a la obra una tímida estética postmodernista, para «diferenciar más» lo nuevo de lo viejo, y tensionar la composición… Un ejercicio apasionante, pero… ¡Tan arriesgado!

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