Diario de León


Trastorno de conducta alimentaria: «Dejé de salir por ir al gimnasio dos veces al día y no comer tapas»

Apatca alerta que se han duplicado los casos, que afectan cada vez más niñas y mayores de 70 años

León

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«En mi caso creo que todo comenzó tras romper con mi pareja. Me veía gorda, me sentía inferior y me autoexigía mucho». A. Rodríguez (nombre ficticio para preservar su identidad) tiene 28 años. Lleva en tratamiento desde marzo de 2022. Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TAC) no solo tienen un reflejo en el espejo de las pacientes, sino que muestran su versión más desconocida con otros cambios en la conducta. «Preferimos no hablar de anorexia o de bulimia, no ponerle nombre, porque hay personas que tienen un peso perfecto, pero tienen un TAC». La psicóloga y vicepresidenta de Apatca (Asociación para la Prevención y la Ayuda en los Trastornos del Comportamiento Alimentario), Laura Martín Pato, tampoco quiere poner patrones y perfiles. «No hay una sola respuesta, son enfermedades multicausales, por eso la complejidad del tratamiento y la necesidad de contar con una unidad específica en León. Ahora hay una unidad de salud mental infanto juvenil, pero las personas con TAC necesitan un equipo multidisciplinar específico».

El diagnóstico de A. Rodríguez es bulimia no purgativa. «Me propuse no vomitar nunca porque cuando lo haces la primera vez es difícil no hacerlo una segunda», asegura. «Vivía en Madrid, donde trabajaba. Cada vez que venía a León tenía que disimular y delante de mis padres hacía por comer para que no se dieran cuenta. Evitaba salir con mis amigos y mis padres. El vino lo sustituí por el café y después por el agua. No podía soportar ver delante de mí un plato de patatas. Me di cuenta de que tenía un problema cuando dejé de salir, no aceptaba planes sociales por ir dos veces al día al gimnasio».

Rigidez en la coducta

La psicóloga Laura Martín señala esa «rigidez en no cambiar los planes» el punto de inflexión de la enfermedad. «Si tienen estipulado ir al gimnasio no cambian los planes, empiezan a tener alimentos prohibidos y dicen que no a los actos sociales». Lo primero que dejó de comer A. Rodríguez fueron los dulces, después siguieron los hidratos de carbono «y así hasta que me alimentaba solo de frutas y verduras. Si comía más me dolía todo». Su madre dice que su hija siempre comió poco. «Yo le insistía e incluso la obligaba a comer. Sé que hice muchas cosas mal, ahora me doy cuenta. Cada vez que venía la veía más delgada, se le notaban los huesos de la clavícula y la cadera. Hasta que ella me dijo lo que le pasaba». Y lo pasó es que pasó de medir 1,69 metros y pesar 58 kilos a pesar 48. «Me empecé a dar cuenta de que la ropa no me quedaba bien, con la talla 32 me sobraba tela, me hacía arrugas. Siempre he sido muy coqueta y eso no me gustaba. Ese fue el punto de inflexión».Salir de esa espiral es complejo y el apoyo de la familia es tan importante como encontrar a un profesional de salud mental que conozca bien la enfermedad. Las exigencias de la sociedad actual y las redes sociales «son una bomba» para fomentar comportamientos poco saludables. Por eso, desde la pandemia se han duplicado los casos que llegan a Apatca. «Han aumentado más del doble, de los 60 que teníamos antes a los 120 de ahora», destaca la psicóloga. «Recibimos llamadas de niñas de nueve años y de personas de 40 años y más. Hace poco nos llamó una mujer de más de 70 años que era consciente de que estaba en una recaída». El mensaje en este Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria que se celebra hoy es que la enfermedad se cura. «Quiero que quede claro que la recuperación total es posible. Muchas veces recibimos comentarios de que es para toda la vida, no es cierto, es cierto que hay casos que pueden sufrir recaídas y otros se cronifican, pero si el tratamiento es temprano y efectivo, la enfermedad se cura». «A veces siento como ansiedad en el estómago, pero ahora tengo las herramientas psicológicas para afrontarlo», dice A. Rodríguez. «Es un proceso complicado que hay que afrontar con convencimiento, sin presiones». Apatca organiza el 12 de diciembre con un café a las seis de la tarde en la sede, situada en la Avenida Padre Isla, 57. También se ofrece para dar charlas a los niños y niñas en los colegios. El teléfono de contacto de la asociación es del 638 824 312.

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