Diario de León

La alta costura se despidió ayer de las pasarelas francesas tras llenar París de lentejuelas, sedas y modelos para el verano con precios desorbitados

Extravagancias millonarias

Publicado por
Lola Loscos - PARÍS.
León

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La alta costura se despide de las pasarelas francesas hasta dentro de seis meses. Las últimas fantasías del lujo parisiense, sedas y lentejuelas millonarias, tuvieron un tono hispano, pues sus autores, los fundadores de la firma Dupré Santabarbara, quisieron contar una historia de tangos y milongas, protagonizada por una heroína anónima. De ella se sabrá sólo que, recién casada, «se va de viaje de novios a una vieja morada argentina», donde la primera noche «se despierta atraída por sonidos misteriosos, en un salón donde unos fantasmas bailan el tango». Ultra-sexy, el desfile fue mostrando una a una las protagonistas femeninas de esa fiesta, vestidas según el concepto básico de sus creadores: el empleo sistemático de la media -cortada en láminas, en rombos, pétalos, flecos o figuras asimétricas- como materia prima de sus conjuntos. En consecuencia, la mayor parte de la colección fue irremediablemente calada y transparente y, misterio obliga, abundaron en ella capas, dibujos y composiciones al mejor estilo Harry Potter o tela de araña. En especial Christian Dior, cuya colección para la próxima temporada estival, vista por el gibraltareño John Galliano, revolucionó, una vez más, la imagen de la mujer con un impresionante desfile-espectáculo, en la que sus maniquíes desaparecían embutidas en gigantescos volúmenes asimétricos. Más clásicas, pero no menos fulgurantes, fueron las visiones orientales presentadas estos días en París de la mano de un puñado de grandes modistos libaneses, como Georges Hobeika, Georges Chakra, Robert Abi Nader o Zuhair Murad, artistas todos ellos muy conocidos en los países Arabes, pero ansiosos por consolidar el cotizado reconocimiento francés. Elie Saab, modisto favorito de la reina Rania de Jordania y también célebre autor del vestido de tul chocolate que lucía Halle Berry cuando recogió el último Oscar a la mejor actriz, inundó su pasarela de «glamour» con sedas, muselinas y bordados multicolores, siempre siguiendo muy de cerca el cuerpo femenino. Fuera del calendario oficial, Zuhair Murad, amante de vestidos de tul, bordados de lentejuelas y pétalos de flores, fue hoy el último modisto libanés en mostrar en París sus colecciones y esa síntesis de Oriente y Occidente llena de romanticismo tan apreciado entre las princesas árabes y las actrices de Hollywood. La mujer del italiano Ungaro tampoco desdecirá en este contexto de mujeres de ensueño, con sus siluetas ultrafemeninas.

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