Fármacos e intervenciones

En la última década los avances farmacéuticos han puesto en el mercado analgésicos opiáceos (morfina, parche transdérmico de fentanilo) y no opiáceos (Nolotil, antiinflamatorios no esteroideos, inhibidores selectivos de la COX-2) eficaces en muchos procesos dolorosos como la artritis o la artrosis. Los antidepresivos y antiepilépticos también están dando excelentes resultados en la lucha contra el dolor crónico. En cuanto al dolor provocado por el cáncer, según los oncólogos de La Paz (Madrid), se puede aliviar en el 95% de los casos. Así se recoge en el libro «Dolor y cáncer». Hacia una oncología sin dolor», en el que se indica que el dolor tiene una intensidad moderada o severa en el 50% de los casos, llegando a ser intolerable en el 30%. Advierten, que los analgésicos derivados del opio son muy eficaces y no es necesario enviar en ocasiones a los pacientes a las unidades del dolor. Por eso, recomiendan, que si un paciente oncológico sigue teniendo dolor, lo mejor es que cambie de médico. En ocasiones, y utilizando sólo anestesia local, se puede recurrir a implantar al paciente un electrodo en el espacio medular que impide, mediante una corriente eléctrica, que el cerebro capte el dolor, o bien, la administración de fármacos a través de un catéter colocado bajo la piel.