Diario de León

Tres con las que saques

Un descendiente del inventor del juego de los chinos, un pastor de Bercianos, pretende organizar en León el campeonato nacional de este pasatiempo de astucia, enredo y picardía

El juego de los chinos tiene su origen en León, concretamente en Bercianos del Real Camino

El juego de los chinos tiene su origen en León, concretamente en Bercianos del Real Camino

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P. Casado - león
León

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Dicen los tratadistas y entendidos que el juego llamado «de los chinos» tiene su origen en el Egipto antiguo donde se le llamaba Atep y se jugaba primero con las manos y después con palillos. Sin embargo, José Antonio Hidalgo, leonés de la diáspora, antiguo novillero (Morenito de León) y jubilado de Sintel, se muestra convencido de que el origen de este juego está en Bercianos del Real Camino, tierra de sus antepasados, y que fue Felipe Valdeón, un pastor de ganado, el inventor, el cual recurrió a las chinas o pequeñas piedrecitas para jugar con otros compañeros de oficio en las largas jornadas de pastoreo en las soledades del campo de finales del siglo XVIII. La trashumancia y los pastores junto al Camino de Santiago y los peregrinos se encargaron de divulgar por el mundo este juego sano, sencillo, inteligente, astuto, psicológico, sagaz, agudo e ingenioso hasta lograr su extensión universal. De ahí que Hidalgo lleve casi veinte años dedicado, además, a organizar el Campeonato Nacional de Chinos. Su intención es que la nueva edición de este peculiar encuentro se lleve a cabo en León, si encuentra patrocinador como en las ocasiones anteriores y en un local lo suficientemente grande como para albergar a las decenas de participantes que por regla general acuden al evento. Desde que en 1987 organizara el primero en Madrid, Bilbao, Vitoria, Salamanca, Puerto de la Cruz y otras ciudades españolas han sido las sedes de este juego en el que el azar «sólo intervine en un 25%». De hecho, la palabra cálculo proviene del kalkos griego que significa piedrecita. Aunque Hidalgo, un experto en el tema, conviene en que ahora la actividad «de los chinos» ha descendido mucho», sigue siendo muy popular este juego de astucia, invención, disimulo, embrollo, enredo, picardía, sutileza, lleno de arte y habilidad que tiene por objeto decidir quién abona las consumiciones en un bar o una cantina para evitar «las riñas o peleas por pagar». Por ello, además, es un juego fino, gentil, educado, delicado y lleno de elegancia. Aunque para algunos el juego sea la base de la civilización y para otros un demonio destructor, lo cierto es que un campeonato «de chinos» no deja de ser un método casi infalible de propaganda. Ser mayor de 18 años, pagar una inscripción y participar en corros de seis personas puede ser el punto de partida. El propósito final será alcanzar un premio en metálico y el trofeo que acredite al ganador como el mejor jugador de chinos de España. Algo poco común.

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