Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Día Mundial del Agua

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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SE ESTÁ celebrando, con muy distintos signos y pronunciamientos, el Día Mundial del agua. También me dicen, paralelamente se ha montado en muchos lugares del mundo, la parafernalia gloriosa del Día Universal de la Poesía. Todo ello mientras los hombres se matan miserablemente, sin el menor temor a los castigos y paraísos prometidos por Moisés y sus muchachos y por Alá y sus huestes apasionadas. El mundo, según las estimaciones de los científicos, no está ya para casi nada y nos echamos a temblar cuando se nos asegura que todavía no ha llegado a nosotros lo peor. «¿Qué será, será?». Alarmados por presunciones o profecías tan letales, cuando se nos aseguró que el Ayuntamiento del pacto proyectaba, al mismo tiempo que poner al descubierto los entresijos romanos de la ciudad, proponer para su liberación, la entrega, en manos de los insaciables comerciantes e industriales al servicio municipal de aguas, no pudimos contener un movimiento de rechazo, de lucha a mano airada, para evitarlo. Porque como creemos que la experiencia sigue siendo la madre del cordero de la ciencia, recordemos que el manejo del servicio de aguas ya estuvo en manos de una sociedad (precisamente conocida y honrada como de las Aguas de León, con chalecito en Ordoño). Y al cabo de cierto tiempo, un montón de años, el Ayuntamiento, reconociendo que suponía una torpeza dejar en manos de privados lo que podía ser y lo era, un negocio como la copa de un pino, decidió, en sesión plenaria rescatar, mediante el pago naturalmente del servicio público, la dotación de aguas claras y serenas, a la ciudad, aptas para usos domésticos, para su explotación municipal y espesa. ¿Qué clase de consideraciones técnicas, administrativas, sociales y líricas inducen al actual municipio a pensar siquiera la entrega a la empresa privada de un servicio público? Aquí inevitablemente entran en juego las turbias sospechas que convierten una proposición en un negocio. Y es que el agua, señoras y señores de su casa, es un bien que amenaza convertirse en un lujo de muy difícil posesión. León fue siempre una tierra de regadío urbano. Había fuentes y regatos y hasta charcos en todos los barrios. Y se hacían famosos los pozos artesianos que permitían disponer de lavaderos públicos en Santa Ana, en La Corredera o en El Ejido. En las ferias famosas de San Juan, los activistas comerciales del lugar vendían agua fresca a razón de cinco céntimos el trago. Lo que se anuncia es precisamente todo lo contrario, porque la privatización del servicio provocará inevitablemente el aumento en el precio del agua, que acabaremos viéndonos como los habitantes de Tanzania o de Mali, recorriendo kilómetros para dar con una veta de agua. Según los dictámenes mujer, lo que nos suliveya con las informaciones según las cuales «los efectos del calentamiento global provocará guerras por el control del agua». Más de un millón de niños mueren todos los años en tierras movedizas `por falta de agua. Nuestros caudales nacionales aparecen sometidos a debate. ¡Señores del municipio! Yo no digo que dejen a la ciudad como estaba, pero no nos vendan el agua!

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