El fragmento entró por el techo de un invernadero y se incrustó en el suelo, quemando el plástico a su paso.
La roca, con forma de cuña y con unas dimensiones de 8 centímetros por cuatro de ancho, fue encontrada por Víctor Castro, uno de los empleados del vivero.
No se había localizado antes porque en la zona en la que cayó había maquinaria y cajas.
Una pequeña rotura en el techo de plástico que cubre el vivero indica el lugar por el que entró el fragmento. Los bordes de la fisura están quemados.
Miembros de la Asociación Leonesa de Astronomía defienden que el fragmento hallado sí puede pertenecer al bólido avistado el pasado día 4.
Los laboratorios del Centro Superior de Investigaciones Científicas se encargan de analizar ahora la roca.
Si se confirmara la autenticidad de esta piedra, ésta se convertiría en la primera que se identifica como tal desde 1947.