Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La sociedad mercantil de León

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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PARECE COMO SI EL ÁNGEL DE LA GRACIA hubiera acudido a elevar el pulso y la sangre de nuestros industriales, de nuestros comerciantes, de nuestros hombres de negocios, de nuestras mujeres emprendedoras. Cuando incluso negocios de tan alto vuelo como podían ser, y tal vez lo sean, los aviatorios, hubo que acudir alarmados antes de que nuestra iniciativa aérea capotara y se fuera al taller de los desguaces. Cuando ascendía al estado máximo de la gobernación del país un leonés, dando de manera tan providencial impulso a las vocaciones industriales, culturales y comerciales de la jurisdicción, es precisamente cuando se apuntan los primeros movimientos para poner en marcha el gran mecanismo de la restauración leonesa. La Federación Leonesa de Empresarios de León (la Fele, dicho sea al modo castizo) anuncia un nuevo movimiento del núcleo industrial leonés, una vez consagrado el que sirviera para la liberación de la compañía aérea que nos permitía establecer líneas de comunicación con el resto del mundo. Reunido el cónclave rector de la iniciativa, en el cual figuran hombres de coraje, abocetan en un dibujo breve pero lleno de color, de forma y de materia, la instauración, la creación, la invención de una sociedad, especialmente diseñada para contribuir al desarrollo industrial y económico de León y sus alfoces. Se menciona, en términos generales la inversión de medios para animar la iniciativa turística, se supone que al margen de los tópicos manejados por los representantes de los organismos oficiales, que suelen quedarse en meras menciones sin fundamento ni medios; deportivos, sin que tengan en su desarrollo ni arte ni parte los concejales aficionados; apoyo a proyectos de interés, cuidando de eliminar cualquier interferencia interesada; Y en general todo aquello mediante lo cual pueda animarse la lánguida vida industrial y comercial de León, sin que en este programa de sugestiones se olvide lo que la cultura puede representar como mecanismo de animación, lo cual no quiere decir la organización de fuegos fatuos, de zaragatas aparenciales ni invenciones abstractas, que en realidad solamente sirven para que se creen a su sombra comisiones, instituciones, formaciones o bandas de inútiles trabajadores de nada. La idea, expuesta con absoluta convicción por un núcleo de hombres eficaces, ha sido acogida con expectación por parte de las gentes que andan del brazo y por la calle y esperan, con la mano puesta en el corazón palpitante de la tierra legionense, que los apuntamientos que han levantado la moral de los leoneses postergados no se queden en humo, o, lo que sería mucho más lastimoso, en la creación de una nueva comisión para el estudio y desarrollo de la iniciativa salvadora. Como en alguna parte del comunicado expuesto por los iniciadores de la idea se sugiere la necesidad de que los medios de comunicación «den mucha más leña», para que el fuego no se extinga, comenzaré diciendo que la aportación de los iniciadores nos parece menguada, dado que con seis millones de euros, apenas si da para montar una secretaría, con secretaria, de cuyos dineros los empresarios por cierto no aportarán más de 1,2 de los dichos seis millones. Y por otra parte, apoyar la iniciativa en la aportación a fondo más o menos perdido, del Ayuntamiento, de la Cámara de Comercio, de la Junta, de Caja España y si viene al caso de la Asociación Leonesa de Caridad, nos parece poco brillante, porque la iniciativa se queda sin médula, sin temperatura.

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