Diario de León

Gente de aquí | El mercado medieval en todo su esplendor

Mansilla, villa de mercaderes

Vecinos y visitantes se convierten estos días en mendigos, clérigos y vendedores para celebrar su tradicional cita veraniega con los tiempos de las justas y las leyendas

La exhibición de cetrería, una de las apuestas del programa

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M. Blanco - león
León

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Damas, caballeros, pícaros y mendigos llenaron ayer las calles de Mansilla de las Mulas para conmemorar el cuarto centenario de la Pícara Justina. Un año más, Mansilla se convierte este fin de semana en un reducto medieval en el que vecinos y visitantes dejan sus atuendos habituales en el armario para recuperar las vestiduras propias del medievo. Un fin de semana de retroceso al pasado que comenzó en la mañana del sábado con el permiso de las autoridades a los comerciantes para instalar sus puestos en el mercado medieval, un escenario de lujo en el que comediantes, músicos y malabaristas harán las delicias de pequeños y mayores durante los próximos dos días. Tras el pregón, dedicado a la Pícara Justina, el público comenzó a dispersarse para tocar, oír y hojear todas las maravillas que, en todos y cada uno de los puestos, ofrecían el medio centenar de vendedores llegados de tierras lejanas. Poco a poco, todos ellos venden sus productos a cambio de unos cuantas monedas de oro o cobre, los maravedíes, que los compradores sacan de sus bolsas judieras para adquirir pan y dulces caseros, herraduras, objetos de cerámica o collares elaborados a mano. Sin embargo, como cualquier visitante sabe, es preciso transitar con cuidado por el mercado. Las reyertas entre pícaros y mendigos se suceden con frecuencia y no hay día en el que la guardia no detenga a alguna vendedora de reliquias, la juzgue y la entregue al verdugo para que reciba un ejemplar castigo a la vista de todos. Todo ello acompañado por acordes de dulzaina y exhibiciones de aves rapaces que transitan de lado a lado del mercado. Con el estómago lleno y después de una merecida siesta, los puestos recuperan el color y la alegría. Se recrean historias y canciones del pasado y la plaza del grano se llena de niños y adultos dispuestos a participar en los juegos tradicionales. Cuando el sol se oculta, los habitantes de Mansilla sacan sus vestidos de lujo para asistir a la cena medieval en el patio de la Estrella. Cerca de doscientas personas dieron buena cuenta de un menú propio del medievo en el que se incluyeron embutidos variados y lechazo, acompañado por los deliciosos tomates de Mansilla. Tras la cena, la Pícara Justina vuelve a hacer de las suyas y, pasada la medianoche, las hogueras y el fuego tiñeron de color las calles de la villa y pusieron el broche final a esta primera jornada de fiesta.

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