Diario de León
Publicado por
JOSÉ RAMÓN AMOR PAN
León

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EL MUNDO de la salud es uno de los más importantes. En él se dan cita nuestras preocupaciones y expectativas más profundas. En él acontecen los hechos fundamentales de la vida, como el nacimiento, la sexualidad, el envejecimiento o la muerte. La mayoría de nosotros consideramos la salud como el estado natural del hombre y la enfermedad como un estado antinatural. Sin embargo, salud y enfermedad son dos realidades cotidianas. Todo el mundo sufre algún achaque durante su vida, pero ¿son realmente todos esos achaques dolencias medicables? ¿Quién está enfermo? Es importante que caigamos en la cuenta de que tanto el rol del médico como la propia actitud ante la enfermedad y la salud están fuertemente condicionadas por el contexto sociocultural y por la propia percepción subjetiva de la persona. Si, además, tal y como señaló la OMS, entendemos que la salud «es el estado de completo bienestar físico, psíquico y social», las cosas se nos complican todavía más. ¿Exagera la industria farmacéutica ciertas dolencias leves, ciertos aspectos naturales de la vida o algunos factores de riesgo para así poder vender mejor sus productos y aumentar las ganancias, ya de por sí multimillonarias? A este carro se habría subido también parte de la industria alimentaria. No hace falta más que estar un rato viendo los anuncios de la televisión y observaremos la cantidad de productos enriquecidos con vitaminas y otros ingredientes que mejorarán nuestra salud y nuestra calidad de vida. Un grupo de investigadores australianos ha publicado un interesante estudio que denuncia esta medicalización deliberada de la población. Los ingleses tienen una expresión para referirse a este asunto que me parece muy sugerente, disease mongering , siembra de enfermedades. Realmente no puede olvidarse que uno de los fundamentos de la publicidad es crear una necesidad para vender un producto? La salud como una mercancía más que suministra la industria. Hay que empezar a sembrar sentido común en toda esta dinámica porque, de lo contrario, vamos a acabar todos locos, obsesionados con el colesterol y otras mandangas, muy infelices. Las arrugas son bellas y un poco de melancolía en ciertos momentos no está mal. La sa- lud es algo que debe ser promovido primariamente con hábitos saludables, no con pastillas o alimentos enriquecidos.

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