Diario de León

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ESTE leonesismo picudo anda a la greña. Aquel leonesismo de grada se confunde y desconcierta. Y el otro leonesismo de más allá que se embute en refajo melancólico y con pandereta de pelleyo de oveya se atrinchera en el lagrimón poniendo luto a las sonajas. Qué cuadro. Guerra de actas y sillonas. Cuando el cargo no entra por la puerta, saltan las banderas por la ventana, ¡cágon tu fuero!... Es la noria cangilona de este invento y su nacionalitis, de estos cazurrismos politiqueros que a poco de que «rojamente» se les renaciera allá por el año 77 ya comenzaron a ser empalizada y refugio de pecadores, descolgados, derechones con cojera, dolidos del reojo castellano, aventureros desechados de otros tentaderos y entusiastas de los mantos de Ordoño I y de la Virgen de los Esparabanes (reina y madre del pueblo leonés). Ocurrió desde siempre en la historia del hombre y las cosas: el padre-padrone acaba apuñalado por el hijo que le hereda y el amo-señor por el criado que comió de su mano. A los reinventores del leonesismo les robó Morano la idea (como era de fuera, le dejaron) y siendo burgomaestre arriscado contra propios y extraños, se erigió en caudillo del cagüen Castilla y carajón para Pucela (sacó su viruta electoral). Su delfín, De Francisco, se montó en el macho del escudero. Acabaría apuñalándole (y Morano, pasándose al enemigo, del que ya venía). El delfín de De Francisco ya tenía el guión hecho, así que Joaquín Otero sólo tuvo que pedir prestado el puñal a Guzmán, que es muy invocado para pinchar la tripa de la propia sangre (apuñalado De Francisco, se pasó al enemigo, del que ya venía). Hoy a Otero le crecieron los delfines, los enanos, y le han apeado de su pontificado (expulsado Otero a las tinieblas exteriores, se ha pasado al enemigo mixto de la oscuridad, de donde ya venía). Ahora sólo resta saber qué Bruto apuñalará a Chamorro y a qué enemigo se pasará sabiendo que el socialsimo provinciano se rebautiza en la pila de doña Urraca (y Lázaro acabará con los populares, de donde venía)... Aquí todos vienen y van. El vaivén leonesista es jota (de bailar y de joder), jota que te crió, cuerpo de jota cobrando bisagras y pactos espúreos... Leonila, que vota en concejo, lo dice bien claro: matarsus, acémilas, matarsus de una vez..

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