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El sida y el preservativo

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JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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EL ÚLTIMO ATAQUE mediático y político contra el Papa Benedicto XVI se ha centrado en las declaraciones que pronunció sobre el SIDA con motivo de su viaje a África. El tema siempre tiene morbo. Y hay muchas personas que aprovechan cualquier ocasión para montar un escándalo, con fundamento o sin él.

El tema tiene historia. En 1987, los obispos norteamericanos proponían el ideal cristiano de la sexualidad. Viviendo en un país multicultural, sabían que la administración pública tiene el deber de tutelar la vida de todos, incluso los que no aceptan ese ideal. Por eso afirmaban que las autoridades pueden incluir una información exacta sobre los medios profilácticos. Con eso no estimulaban el uso de preservativos, sino que promovían una educación integral de las personas. Esos datos han sido olvidados por la opinión pública.

Dos años más tarde, dirigiéndose a un congreso sobre el SIDA, decía el papa Juan Pablo II: «La Iglesia (-¦) se preocupa no sólo de pronunciar una serie de -˜nos-™ ante determinados comportamientos, sino sobre todo de proponer un estilo de vida plenamente significativo para la persona». A la vista de lo que ha venido ocurriendo desde entonces, parece que a la sociedad no le interesa proponer un estilo de vida más humano y humanizador.

Ahora Benedicto XVI ha afrontado el tema del SIDA desde un punto de vista negativo y otro positivo. Después de recordar la tarea que la Iglesia está llevando a cabo en el mundo para prevenir esta pandemia y para cuidar a los afectados, añade: «No se puede solucionar este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario, aumentan el problema. La solución sólo puede ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el otro; y la segunda, una verdadera amistad también y sobre todo con las personas que sufren; una disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren». Según el Papa, eso es lo que está haciendo la Iglesia, precisamente en los lugares donde hace falta dar una mano compasiva y generosa.

En estos días se ha dicho que en las grandes ciudades de occidente, donde es fácil el recurso al preservativo, hay tantos afectados como en África, donde ese recurso es casi imposible.

Seguramente es el momento de recordar declaraciones como ésta: «Sólo la abstinencia sexual o una fidelidad de por vida entre parejas no infectadas eliminan totalmente el riesgo de enfermedades sexualmente transmisibles». Por cierto, esta declaración no es del Papa. Fue publicada el 20 de enero de 1992 por la Organización Mundial de la Salud. Habría que preguntarse por qué no es mencionada por los medios de comunicación, que seleccionan las palabras del Papa. y por los políticos que pretenden descalificarlo en el parlamento que representa a todos los ciudadanos.

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