Diario de León

Los tiempos de Mañueco: Del pacto in extremis con Vox al Congreso de Sevilla

El PP ultima con los de Abascal la formación de gobierno en CyL

Alfonso Fernández Mañueco estrecha la mano de Juan García Gallardo tras el acuerdo. NACHO GALLEGO

Alfonso Fernández Mañueco estrecha la mano de Juan García Gallardo tras el acuerdo. NACHO GALLEGO

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La gestión de los tiempos. Esa habilidad que muchos dentro y fuera de su partido confirman no ha salido como esperaban desde que la mañana del 20 de diciembre pasado escribió en su perfil de Twitter que rompía la coalición con Ciudadanos y adelantaba las elecciones autonómicas al 13 de febrero. Objetivo: desembarazarse de su socio y conseguir una mayoría suficiente para gobernar en solitario.

Lo que supuso una sorpresa para todos era algo muy pensado por Mañueco y sus más estrechos colaboradores. Esto lo ha confirmado él mismo estos convulsos días.

El 22 de marzo Mañueco salvó la moción de censura del PSOE con el apoyo de 11 de los 12 representantes de Cs, pero desde aquel momento nada volvió a ser igual.

Aquel día, el ahora ‘defenestrado’ Pablo Casado tuvo también que gestionar los tiempos, en concreto ‘hacer tiempo’ en el coche, casi de incógnito, para celebrar con Mañueco a las puertas de las Cortes, pero sin que se supiera que estaba por allí, no fuera a ser que la sorpresa saltara dentro y le salpicara ese fiasco.

Aunque pasaron meses con una apariencia de estabilidad gubernamental, reforzada por la unión forjada por las dificultades de la pandemia y por sus palabras de reconocimiento mutuo, Mañueco e Igea se plantaron en el verano con visiones muy diferentes respecto al futuro político de Castilla y León.

Donde antes había «un único gobierno», en palabras de ambos, empezaron a aflorar señales, como la referencia al «Gobierno Mañueco» que repetían sin cesar los consejeros del PP, sin que a la parte naranja del Gobierno molestara en exceso, al menos de puertas a fuera, ya que puertas adentro sabían que empezaba la contienda. Y llegó septiembre. Y llegó el lío sanitario, con un Mañueco anunciando desde su escaño en las Cortes de Castilla y León, justo al lado de Igea, que apoyaba una moción socialista que pedía paralizar la reforma sanitaria de la Consejería dirigida por Cs.

Fue el principio del fin que ya se conoce: la ruptura del Gobierno en medio de una negociación presupuestaria para 2022 que tiene muchas semejanzas con la llevada a cabo en estos últimos días con Vox, especialmente por los tira y afloja que apuraron hasta el último instante.

La firma del decreto del adelanto electoral tenía en cuenta todos los detalles: Mañueco quería que las elecciones fueran en domingo, en concreto el domingo 13 de febrero, por lo que necesariamente tenía que convocar los comicios ese 20 de diciembre, y de paso evitaba una nueva posibilidad de moción de censura a partir de marzo y el calendario judicial por supuesta corrupción que espera ahora a varios exaltos cargos de la Junta.

Tras las navidades más políticas de la historia de Castilla y León, los partidos engrasaron aún más sus maquinarias electorales y, aunque dejaron pasar el día de ‘Reyes’, justo después emprendieron una carrera fulgurante y sin freno hasta el 13 de febrero, en la campaña electoral más larga y de perfil nacional que se recuerda, que casi de soslayo incluyó nada menos que el Congreso Autonómico del PP.

Con semanas mejores y peores para sus intereses, Mañueco fue sorteando los imprevistos que le surgieron en plena campaña y aprovechado los debates que le beneficiaban, pero el tiempo corría de forma inexorable sin que el ‘aprendiz de Rajoy’ pudiera hacer más que mirar las encuestas y confiar en que las urnas le dieran un mejor resultado de lo que indicaban.

«Serenidad y tranquilidad», repetían desde el PP tras el resultado electoral que situó a Mañueco como el más votado -pese a cosechar el peor resultado histórico de los populares en las últimas décadas- y, por tanto, con la responsabilidad de buscar apoyos para su investidura. Casi un mes pasó desde que el 13-F al 10-M y hasta la misma mañana de la constitución de las Cortes no hubo forma de que Mañueco convenciera a Abascal y a su representante en Castilla y León de que lo mejor para CyL era un gobierno en solitario del PP.

«Ni más ni menos, ni más ni menos» -como la canción-, han repetido desde Vox para pedirle (y conseguir finalmente) la Presidencia y una Secretaría de las Cortes, la Vicepresidencia y tres Consejerías del futuro gobierno de coalición. Y ahora queda el remate. El PP y Vox se proponen cerrar en los próximos días la estructura y las funciones del futuro gobierno, para que la investidura de Mañueco llegue cuanto antes y comenzar a funcionar, pero también para que el PP llegue a su Congreso Extraordinario con todo este trago digerido,

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