Diario de León

«No hay forma de escapar y no tenemos agua ni comida aquí»

Migrantes y ONG relatan la dramática situación de miles de personas atrapadas en Bielorrusia

Una niña llora en el campamento de migrantes atrapados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. STRINGER

Una niña llora en el campamento de migrantes atrapados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. STRINGER

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A hurtadillas, tras el ruido de sables que se escucha estos días en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, un drama silencioso devora cada día a los entre 2.000 y 4.000 de migrantes que en su intento de huir de la guerra y la miseria de sus países de origen son usados como moneda de cambio.

La crisis política y migratoria que se ha desatado en la línea limítrofe entre ambos países palidece ante la magnitud de la emergencia humanitaria que sufren los desplazados, muchos de ellos mujeres y niños, algunas embarazadas, otras con bebés de tan solo semanas, que acampan en los bosques cercanos, sin lo más básico y golpeados por gélidas temperaturas, según describen las ONG.

Atrapados. Así se sienten quienes como Shwan Kurd, un iraquí de 33 años, se han convertido en las fichas de un tablero que manejan a su antojo las autoridades de Minsk y Varsovia. «Nadie nos deja llegar a ninguna parte. No hay forma de escapar. Polonia no nos deja entrar. Cada noche sobrevuelan con helicópteros. No nos dejan dormir. Tenemos tanta hambre... No hay agua ni comida aquí. Hay niños pequeños, ancianos, mujeres y familias», se lamenta, en declaraciones recogidas por la cadena BBC.

Su caso es el reflejo de muchos que como él están devastados física y mentalmente tras haberlo vendido todo en sus lugares de procedencia para comprar un billete turístico de avión hasta la capital bielorrusa.

«Engañados». «Vinieron engañados, les habían dicho que detrás de un pequeño bosque estaba Europa, el paraíso, y no es así», lamenta a medios locales Michal Mikolajczyk, abogado y miembro de la Cruz Roja polaca. La extrema dureza de las condiciones que enfrentan es tal que, según el diario ‘Gazeta Wyborcza’, once migrantes han muerto —el último ayer— en su intento de poner rumbo a la UE tras escapar del infierno que vivían en Oriente Próximo y África. Se trata de unas personas «extremadamente vulnerables» que, de continuar la crisis, algunas de ellas «posiblemente morirán», advierte la responsable de emergencias médicas de Médicos sin Fronteras, Crystal van Leeuwen.

El grupo, en su mayoría congregado frente al paso fronterizo de Kuznica, malvive en condiciones precarias. Se abastece de leña de los bosques circundantes para hacer frente al frío cuando por las noches las temperaturas caen por debajo de cero grados.

Cruz Roja, junto con ONG locales y Médicos sin Fronteras, han hecho llegar a los desplazados ayuda básica: mantas, sacos de dormir, ropa y comida. Sin embargo, denuncian que siguen sin recibir autorización de las autoridades para acceder directamente al lugar.

Algunos migrantes han contado que han sido golpeados por «gente de uniforme» de ambos bandos. Es el caso de Youssef Atallah, procedente de Siria, quien asegura que un soldado bielorruso le rompió la nariz.

«Les dijimos a los guardias que queríamos volver a Minsk, que no queríamos continuar este viaje. Pero nos dijeron que no había vuelta atrás. Sólo que nos fuéramos a Polonia», relató a Reuters. Médicos sin Fronteras añade que aparte de las lesiones, los problemas de hipotermia y la deshidratación severa que sufren se suman los problemas de salud mental que comienzan a aflorar al ser movidos «de aquí para allá». «Algunos presentan estrés postraumático y han intentado suicidarse», sostiene Van Leeuwen.

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