Diario de León

La Cabrera: la herida después del incendio

«¿Me voy a Extremadura?, ¿y mi familia, qué?», lamenta un ganadero sin pastos por el fuego que ha dejado a las juntas vecinales sin ingresos.

Los vecinos de los pueblos afectados por el incendio critican que el millón de ayudas se esté destinando a tirar paja por el monte y hacer albarradas.

Los vecinos de los pueblos afectados por el incendio critican que el millón de ayudas se esté destinando a tirar paja por el monte y hacer albarradas.

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a.g. valencia | la cabrera

«¿Y yo ahora, qué?, ¿qué hago, me voy a Extremadura?, ¿y mi familia?, ¿mi familia, qué?». Este es el lamento de José Fernández, el ganadero de Villarino a quien el incendio que en verano arrasó 10.000 hectáreas en La Cabrera ha dejado sin pasto para alimentar a las vacas. «Desde el 25 de agosto, todas las semanas tengo que traer 20 alpacas y tacos de pienso para el ganado, alimento que pago de mi dinero. Esto es una desgracia», continúa, impotente de no saber qué pasará en el futuro más próximo. «Al ser un fuego intencionado se prohíben los aprovechamientos, he mandado escritos a la Junta, pero nada... y no encuentro otro lugar para llevar las vacas». José Fernández tiene más de cien cabezas de ganado y desde hacía un año pastaban en Villarino. «Lo peor es la incertidumbre, es una angustia enorme y ya no sé a quién acudir». Además, cuenta Fernández, que el incendio se originó a 15 kilómetros de sus pastos y «el pirómano sigue libre, es muy triste, y ¿yo?, ¿yo no puedo congelar a mis vacas y sacarlas en cinco años cuando se pueda pastar?», confiesa con la incertidumbre y impotencia de quien estuvo apagando el fuego con sus propias manos durante tres días para tratar de salvar su fuente de ingresos.

«Es lamentable, pero nadie te da una solución o ni siquiera un atisbo de esperanza. Estoy gastando más de lo que producen las vacas y no sé qué va a pasar. Remití el problema a la consejería de Fomento y me han contestado que lo mandan a la delegación de León, que no es de su competencia», dice.

La herida del fuego sigue sangrando en La Cabrera. Desde Valdavido a Forna, el paisaje se va oscureciendo a medida que avanza la carretera y con ella la incertidumbre de los vecinos y los pedáneos que tres meses después del siniestro se sienten en el más absoluto olvido. «Todo fueron buenas palabras, pero en la práctica cero. En Trabazos no han hecho nada», denuncia el pedáneo, Elías Valle, contundente. No piensa en callarse, «están actuando por detrás, aquí nadie da la cara y el fuego sí que la dio», explica, recordando que él solo quiere el bien para Trabazos «amo a mi pueblo y a León y esto es una pena». Asegura que se están gastando el dinero en tirar paja en el monte para que filtre las cenizas y sin embargo los problemas reales que ha dejado el fuego no se están atajando. Una denuncia que se repite como un mantra en todas las localidades afectadas.

Una maquinaria trabaja en la extracción de madera quemada. M.P.

En Trabazos las vecinas aseguran que cada dos o tres días son los lugareños quienes tienen que subir a limpiar la captación de agua que se quemó. «Tenemos agua potable, pero preferimos beber embotellada, por si acaso», dicen, conscientes de que, probablemente, ellas ya no verán el paisaje regenerado. «Echamos en falta información», continúa, «los días que nos desalojaron nadie nos decía nada, y ahora, tampoco», critican, mirando la ladera que abraza su pueblo y que tardará décadas en volver a ser verde.

Santa Eulalia, Iruela, Encinedo o Ambasaguas no saben cómo acabarán el año. Tras el incendio se ha prohibido por cinco años el aprovechamiento de la caza, fuente principal de ingresos de estos pueblos. «Esperemos que lo levanten antes porque si no es la ruina», aseguran.

Juan Manuel González es el pedáneo de Truchillas. El pueblo no llegó a ser desalojado, aunque las llamas lo cercaron completamente. Lo explica aún con la angustia de tener el recuerdo tan cerca. La pedanía está pagando las consecuencias del incendio y este año lo dan por perdido en cuanto a ingresos. Truchillas tiene uno de los mejores cotos de caza de la comarca y el fuego devoró una parte. Los trámites para la adjudicación se habían iniciado antes de que las llamas pastaran por la Cabrera «y ahora nos encontramos en un vacío legal porque los adjudicatarios no quieren pagar», explica el presidente de la junta vecinal que está a la espera de que los abogados del Servicio de Atención a Municipios de la Diputación (SAM) le den una solución a la que poder agarrarse. «Llevamos meses esperando», lamenta, explicando que este año el pueblo perderá 23.000 euros de ingresos. «Tenemos ahorros y tiraremos de ellos para poder hacer obras necesarias», asegura, denunciando también que las ayudas para la zona quemada no han llegado a los habitantes. «No se ha contratado a nadie de la zona para las tareas de recuperación», critica. Tampoco sabe como podrán solucionar los trámites para la subasta de madera. «No tenemos secretarios y estamos vendidos».

Pérdida natural

La Asociación Cabrera Natural también pone el foco en la pérdida de ecosistemas para manadas de lobos, con crías de tres meses, osos y aves. «El fuego ha servido para evidenciar la nefasta gestión medioambiental», dice José Antonio Ballesteros, quien asegura que «se ha quemado mucho bosque autóctono que estaba en recuperación» y quien explica que «la simplificación que el ser humano ha hecho del paisaje, repoblando con pino y fragmentándolo conlleva muchas facilidades para el fuego». En esta línea incide en que los pinos tampoco suponen ningún rédito económico para los habitantes de la zona. «Siempre se queman antes de que sean productivos», dice.

Las labores para extraer la madera quemada son visibles en distintos puntos, como en el alto del Carbajal, aunque al ser troncos y ramas abrasadas se pagarán a un precio menor.

Explican desde la asociación que el incendio se ha llevado por delante grandes escobares, bosques de ribera o robledales. «Si se pierde el hábitat también se pierden las especies», asegura Ballesteros, quien insiste en que no está lloviendo y la recuperación del monte será más lenta.

Desde Cabrera Natural tienen claro que el futuro pasa por gestionar con conciencia medioambiental, poniendo en valor los recursos que existen desde una óptica conservacionista. «El mayor valor de Cabrera es su patrimonio natural y han acabado con él. Si una persona atraca un banco tienen a toda la policía detrás, aquí ardieron 10.000 hectáreas y.... Esta pérdida hipoteca a los que vengan detrás, además de que no existe un efecto disuasorio contra los incendios», lamenta.

La traída quemada en Forna

El panorama es desolador tres meses después de las llamas y la negrura del paisaje rezuma tristeza. En Forna, donde el fuego llegó a menos de dos metros de la iglesia y donde las llamas devoraron a la puerta del templo un nogal centenario y dejaron algunas casas reducidas a ceniza, se siguen pagando las consecuencias. El pedáneo, Andrés Gabella, explica que el fuego quemó tres kilómetros de la tubería principal del pueblo, que sigue abrasada a día de hoy. «Tenemos una tubería secundaria que es de la que nos abastecemos, pero como no llueva, en enero y febrero vamos a tener un problema», dice, «todo va muy lento y la necesidad del pueblo es que arreglen el agua, no que tiren paja en el monte. También hemos pedido a las administraciones que tiren las casas calcinadas y no lo han hecho», expone. «Aquí desde el mes de septiembre, nada... hemos perdido los ingresos por la caza y los pastos y la luz y el mantenimiento de pueblo lo paga la pedanía, pero como en enero siga así y no tengamos otra solución... a ver quién lo costea, se lo pasaremos al ayuntamiento».

Andrés Gabella compara la situación de La Cabrera con los incendios de Galicia, «allí a los quince días del fuego ya se veían soluciones... aquí hacen pocas cosas, como esperando a que nos olvidemos»», resume. Un sentir generalizado en la comarca.

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