Diario de León

El comercio ha sido uno de los grandes damnificados por la crisis. Muchos negocios han cerrado por la caída del consumo, pero otros no sólo han vivido una etapa negra, sino varias, y han sobrevivido. Son las tiendas que huelen a tradición, en las que el tiempo parece haberse congelado, las que han escrito la historia del comercio local

La historia se cuenta tras el mostrador

El comercio histórico de Ponferrada resiste el paso de las décadas gracias a una clientela fiel y productos de calidad

Electricidad González, abierta en la C/ El Reloj desde 1972.

Electricidad González, abierta en la C/ El Reloj desde 1972.

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Han cambiado los tiempos, la ciudad e incluso la moneda. La amarga crisis se ha llevado por delante la ilusión de no pocos comerciantes y las grandes superficies han abierto una brecha enorme en el seno del comercio tradicional. Pero aún con ello hay negocios que resisten, comerciantes que pueden contar la historia de Ponferrada desde el otro lado del mostrador y establecimientos que han visto pasar las décadas sin cambiar de apariencia. Porque lo que antes importaba no era el continente, sino el contenido; no desde luego lo bonito que fuera el local, sino el trato amable de su regente y la calidad del producto vendido.

La ruta del comercio histórico de Ponferrada se extiende por toda la ciudad. Cada vez queda menos, pero todavía se encuentra tanto en el casco viejo, donde la Peluquería Boya y Electricidad González han sabido resistir como nadie los caprichos de la economía local; como en el centro. La calle El Cristo y el entorno del Mercado de Abastos son, en esta zona, dos puntos de referencia. Aquí enraizaron varios establecimientos cuando los cajones del dinero eran todavía de madera. La Librería Zorrilla, Casa Federico, La Oportunidad o Droguería Prieto son cuatro de los principales exponentes del comercio de siempre. Tiendas que se han convertido en mito, como mito es también la archiconocida Casa Brindis. ¿Quién en Ponferrada o cualquier punto de la comarca no ha comprado un botón, algunas agujas o un carrete de hilo en este establecimiento?.

El recorrido de la tradición

Electricidad González

José María González tiene 69 años y se resiste a jubilarse. Le da pena echar para siempre el pestillo de su negocio de electricidad. Una tienda que lleva abierta en la calle del Reloj de Ponferrada desde 1972. Más de cuatro décadas en las que José María ha conseguido una clientela fija y una posición en el mercado de la que disfrutan pocos establecimientos. Su máxima es la familiaridad y la honradez con el cliente. Algo que —dice— cada vez resulta más difícil encontrar. Las crisis le han afectado como al resto del comercio, pero ha sabido sobrevivir apoyándose en un servicio completo que no sólo pasa por la venta, sino por el arreglo de averías o las instalaciones en domicilios. «Yo resuelvo problemas y esa es la única manera que los negocios pequeños tienen de subsistir. Haciendo algo que no hacen las grandes superficies», asegura.

Peluquería Boya

El padre de Luis Boya abrió la peluquería de caballeros en 1929. Primero por sus manos y ahora por las de su hijo —la tercera generación— han pasado las cabezas de familias enteras. Para Luis, el negocio de peluquero ya no es lo que era, se ha perdido la esencia irremediablemente ligada la punta de la tijera y a la navaja, que han sido sustituidas por aparatos eléctricos. Defiende que «el buen profesional aguanta todo lo que le venga y va funcionando». Por eso le ha enseñado a su hijo el trabajo como él lo aprendió, para garantizar así el futuro del negocio. Asegura que antes se trabajaba más porque la gente acudía a la peluquería con más frecuencia. Ahora se ha perdido el servicio de mantenimiento de cuellos y afeitado.

Librería Zorrilla

Asunción Tejerina abrió junto a su marido la librería más emblemática de Ponferrada hace 59 años. Hoy la regenta su nuera, Pilar Mingarro. Las nuevas tecnologías y la irrupción del ebook ha hecho mucha mella en su negocio y aunque aún hoy resiste, Asunción asegura que no le gustaría que sus nietos siguiesen adelante. «La lectura está muy mal», se lamenta, recordando cuando en fechas señaladas la mujer regalaba a su marido un libro o a sus hijos algunos cuentos. Hoy de eso —dice— no queda nada. «Prefieren la televisión», resume.

Casa Federico

Lienzo, franela, muletón, mahón... Casa Federico vende todo tipo de telas y calzones e hilos y toallas... Todo lo que hoy ya no se encuentra en los nuevos establecimientos. Ricardo lo regenta desde hace 68 años y ya lo heredó de su padre. Sus estanterías cobijan auténticas joyas de colección, como calzoncillos de niño con cinturón e hilos de todo tipo y clases.

La Oportunidad

Juan Antonio Sanz se resiste a pensar en que sus hijos no seguirán con el negocio más allá se su jubilación. Sus padres cogieron el traspaso de La Oportunidad —ubicada frente al Mercado de Abastos— hace 44 años y llegaron a tener cuatro trabajadores a su cargo. Aquí se vende todo tipo de ropa interior y calcetería. Calcetines de calidad como los que ya no se encuentran, incluso hechos a mano del Val de San Lorenzo. «Estar detrás de un mostrador no es llegar el cliente y coger el producto, hay que asesorarle», defiende, echando de menos el trato personal y familiar que se encuentra en negocios como el suyo.

Lo más antiguo que Juan Antonio tiene en la tienda es un refajo de niña de los que se usaban antiguamente y algún calzoncillo largo que forma parte ya de la historia de este país. Eso sí, entrando en La Oportunidad en estas fechas se comprueba que hay una cosa que no cambia: calcetines y ropa interior tanto masculina como femenina siguen siendo el regalo más recurrido para Reyes.

Droguería Prieto

Gonzalo Carrera es ya la tercera generación de la Droguería Prieto, ubicada frente a La Oportunidad, en la Plaza de Abastos. Fue su abuelo el que sentó las bases de esta droguería clásica en 1914 y ha pasado por varios emplazamientos hasta su situación actual. Él empezó en el negocio con tan sólo doce años, ayudando a su padre a entregar en domicilio los paquetes cuando la tienda estaba en la calle República Argentina. Hoy tiene ya 58. En Prieto, el cliente puede encontrar de todo. Desde una colonia, hasta un orinal o una escobilla antigua, pasando por productos químicos, semillas, artículos de cocina o corchos. Es la única droguería de estas características que queda en Ponferrada y seguirá existiendo aún tras la jubilación de Gonzalo, pues su hija se hará cargo del negocio.

El propietario de Droguería Prieto asegura que la tienda ha sobrevivido pero no sin pasar por aprietos, aún gozando de una clientela fiel. Clientes que se van haciendo mayores y en su caso concreto no son sustituidos por nuevas generaciones, atraídos más por las grandes superficies comerciales.

Casa Brindis

Si hay un negocio que puede escribir la historia comercial de Ponferrada ese es Casa Brindis, regentada hoy día por Julio Álvarez. Fue su padre quien fundó esta mercería clásica en 1939 y aún hoy tiene en la tienda mercancía que da fe de su antigüedad, como botones que perfectamente han visto pasar desde sus expositores más de 30 años o una registradora con más de un siglo de historia, sin olvidar la máquina con la que Julio forra los botones.

Reconoce que es difícil aguantar y asegura que si lo ha podido hacer es porque «no tenemos gastos tan grandes como los que puede tener un negocio nuevo, porque la inversión ya está hecha desde hace años y porque había empleados y ya no hay». Él y su padre llegaron a contratar a cuatro personas. Defiende que montar un negocio como Casa Brindis sería «inviable» hoy en día, «porque para vender una docena de botones al día no puedes comprar un surtido de dos mil docenas de botones y si una clienta viene a escoger no puedes enseñarle cuatro, tienes que enseñarle cuarenta».

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