Diario de León

visita al puesto de mando de la seguridad aérea

En los ojos de la Otan

El teniente general originario de Albares Rubén García Servert está al frente de los 250 militares de 16 nacionalidades que vigilan el espacio aéreo del sur de Europa desde el Caoc de Torrejón.

Los ojos de la Otan en el Sur de Europa están en sala de operaciones del Caoc de Torrejón, centro de control de espacio aéreo. R. P. VIECO

Los ojos de la Otan en el Sur de Europa están en sala de operaciones del Caoc de Torrejón, centro de control de espacio aéreo. R. P. VIECO

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CARLOS FIDALGO | PONFERRADA

«Esto no es una torre de Babel». Lo dice el militar berciano Rubén Carlos García Servert, recién ascendido a teniente general del Ejército del Aire. Y se refiere al Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (Caoc) de la Otan en Torrejón de Ardoz donde la Alianza Atlántica vigila los cielos del sur de Europa desde las islas Azores hasta la frontera de Turquía con Irak; un enorme espacio aéreo de más de 10.950 kilómetros cuadrados controlado por 250 militares de 16 países que conviven y trabajan juntos. Escudos de Albania, de Hungría, de Italia, de Francia, Portugal, de Estados Unidos, por supuesto, y de España, adornan los uniformes de campaña del personal multinacional que dirige García Servert, natural de Albares de la Ribera y, sin duda, el militar de origen berciano que más alto ha llegado en el escalafón del Ejército del Aire y en la estructura de la Otan.

Recién ascendido por el Consejo de Ministros, García Servert acompaña a este periódico durante una visita al corazón del Caoc, el enorme anfiteatro de pantallas desde donde los controladores velan por la seguridad del tráfico aéreo en una región del mundo habitada por casi trescientos millones de personas. Llegar hasta el lugar donde la Otan vigila el espacio aéreo de los países mediterráneos y el centro del Océano Atlántico obliga a pasar por una serie de filtros de seguridad de los que, por supuesto, tampoco se libra la cámara que toma las fotografías que ilustran esta doble página.

Una pantalla enorme, que no se puede fotografiar, preside la sala a la que se accede después de teclear un último código de seguridad. No hay problema para que el rostro de los oficiales aparezca en las fotografías, pero en ningún caso debe distinguirse su nombre cosido al pecho y todos se lo tapan en cuanto la cámara entra en el anfiteatro de operaciones.

El Caoc, explica Servert durante la entrevista previa, no sólo es «el puesto de mando de la defensa aérea del sur de Europa» sino también un centro operativo capaz de activar misiones si fuera necesario. Pilotos de toda Europa se cruzan por los pasillos, cada uno con su uniforme. Es la parte del Caoc que el teniente general llama «desplegable». Para operaciones de mayores dimensiones sería la base de Ramstein en Alemania, el cuartel general del mando aéreo de la Alianza, la que se haría cargo.

Es el 14 de julio, Día Nacional de Francia, y en pocos minutos, el embajador galo en España llegará al Caoc para asistir al izado solemne de la bandera tricolor en la base mientras suena La Marsellesa. Condecorado con la Legión de Honor tras su paso por la embajada española en París, García Servert invita a este periódico a presenciar la ceremonia una vez que ha acabado la entrevista. Unas breves palabras en inglés, la lengua en la que todos se entienden en la base, precede al izado de la enseña. Comienza La Marsellesa, el embajador se cuadra igual que los militares. Y el himno de aquella revolución, en otro tiempo un emblema universal, se oye en todo el Caoc y parece confirmar que es cierto; si la Otan no es una torre de Babel es porque todos hablan el mismo idioma.

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