Diario de León

El día que un derrumbe de piedras se confundió con un atentado

Se cumplen 50 años de una noticia del Castillo que llevó a Ponferrada a ser portada nacional

El castillo del Temple

El castillo del Temple.ANA F. BARREDO

Publicado por
M.C. Cachafeiro
Ponferrada

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La noticia saltó a la primera página de muchos periódicos de España, incluido Diario de León: «Explosión de un artefacto en el castillo de Ponferrada», decía el titular, con la firma de la agencia Cifra, el 7 de marzo de 1974. Según la noticia, había sido a última hora de la mañana —entonces Diario de León salía por la tarde a los kioskos—, en la zona denominada ‘Calón de la reina’, lo que había provocado, según la información, «la caída de un parámetro de 12 por 5 metros».

«Al oír la explosión —seguía diciendo la noticia de la agencia Cifra— el guarda del castillo cerró las puertas de entrada a la fortaleza y salió a dar cuenta a las autoridades, que se personaron en el lugar del suceso rápidamente».

La información, leída en tantos medios, corrió como la pólvora por las calles de Ponferrada y de media España. y no fue hasta el día siguiente, cuando Ignacio Linares, corresponsal de este periódico en Ponferrada, salió al paso y tituló: «No hubo explosición en el Castillo del Temple».

Después de echar un capote al corresponsal en Ponferrada de la agencia Cifra, en su tono siempre irónico, diciendo que era «hombre que goza de nuestra simpatía y cariño, pero que fue mal informado», Linares explicaba lo que simplemente había sido un bulo. Sí, un bulo, de esos que ahora hay tantos en la era de las nuevas tecnologías: «Ni hay señales de mecha, ni de detonantes, ni boquete de expansión, ni oyeron nada los vecinos, ni se percibió al momento de la explosión olor a pólvora o explosivos», fue su categórico desmentido en las páginas de Diario de León.

Aclaración en las páginas de Diario de León firmada por Linares. A

Aclaración en las páginas de Diario de León firmada por Linares. DL

Todo había sido un derrumbe, explicó, «en una pared interior de la fortaleza, sin especial relieve salvo el de su longevidad», de 20 metros, explicaba Linares en estas páginas después de hablar con el especialista de la comisaría en explosivos, el señor Tejedor, y el arquitecto municipal. «El guarda del Castillo confundió el ruido con las nueces. Hubo ruido, pero no nueces, es decir, no explosión».

Y añadía Linares con ironía: «Como es lógico pensar, los terroristas tienen como objetivo otros más altos puntos de mira que las viejas paredes interiores de un castillo».

«Como todo relato este tambien tiene su moraleja —seguía escribiendo el inolvidable periodista berciano— y la mejor es que Bellas Artes, debía de preocuparse muy mucho de este monumento nacional, cuyas viejas paredes se caen de puro viejas, sin solución, ni remedio, por culpa de la erosión del tiempo, del agua, de la lluvia, los años pesan y lógicamente sin un cuidado especial, dentro de muy poco tiempo, no nos quedará piedra sobre piedra. Lo malo será que tendremos que aguantar, cada derrumbe de una parte del Castillo, en la prensa nacional, que un artefacto ha hecho explosión con las consiguientes tomaduras de pelo a los que de verdad siente y aman una profesión, como es la de informar, pero hacerlo; con la autenticidad que caracteriza la veracidad de los hechos. Lo demás son ganas de incordiar y de figurar; de gentes sin oficio ni beneficio». Palabra de Linares.

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