Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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EN LA BAÑEZA, la antigua Bedunia fecundada por tres ríos, un pastor ha dado su vida por una oveja. Tenía que ser en aquella tierra de agua y azúcar, poblada por gente cabal y hospitalaria. El día de Año Nuevo, las ovejas de "Cachín" volvieron solas a la majada, todas menos una cordera churra, cuyo nombre sólo conocía el pastor, que tampoco regresó. La cordera había caído a un pozo trampa, de esos que acechan en campos de labor medio abandonados, más peligrosos que una mina sin desactivar. El asunto está sub judice, supongo, y que declaro que estas reflexiones son sólo ensoñaciones en torno a una tierra donde uno vivió un tiempo, razonablemente feliz. Tal vez las tablas eran de chopo, cortadas en mala luna y a medio colocar, cedieron las tablas y ambos, oveja y pastor, acabaron sumergidos en un abrazo de muerte. ¿Confundió la cordera con un queso, la luna que Calígula imaginó junto al brocal de un pozo? ¿Por qué no se lo pensó dos veces el pastor antes de bajar a rescatarla? La respuesta la dió su mujer, ya viuda doliente: «Belarmino, siempre estuvo dispuesto a cualquier cosa por sus ovejas». Buen epitafio para un buen pastor. Los pastores son gente de buena memoria y el rebaño de Cachín menguante de año en año. Si cuando tenía muchas ovejas, las conocía a cada una por su nombre y ellas le conocían a él (ésto me suena), en cuanto faltó ésta, el pastor, conociendo la forma de ser de la oveja, no se lo pensó dos veces ni se le ocurrió enviar a otro en su lugar, actuó según su naturaleza, pues un pastor un estoico no entienden de barreras sustantivas en la cadena vital, habiendo como hay, por ejemplo, setas que caminan y saben esconderse de los buscadores. Fue directo al pozo. Conocí en La Bañeza a un ciego que, como el Capitán Alatriste, al hacerse mayor, empezó a ver agravios por todas partes. Un día de invierno, helado y soleado, dormitaba un perro en el zaguán de una casa de la calle Dr. Palanca, cuando el ciego descargó, fulgurante y certera, su garrota bien armada sobre la cabeza del can desprevenido. "Quien tiene enemigos no duerme", sentenció el agresor. Es el único mal recuerdo que conservo de La Bañeza, pero si otro hubiere, que no es el caso, pesaría siempre más la ternura del pastor que la crueldad del ciego. Merece Cachín una calle que recuerde su gesta a los bañezanos. La del Salvador no, que ya la hay seguramente y en todo caso, como salvador, Cachín era mejorable. La calle del Buen Pastor.

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