Diario de León

El invento del maligno

El hombre tranquilo

Publicado por
Javier Martín-Domínguez
León

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El hombre tranquilo, al final, tuvo su día. Como en la película de John Ford, el ‘hombre tranquilo’ no es aquel que no actúa, sino el que emplea su energía adecuadamente. En un país falto últimamente de buena oratoria, Mariano Rajoy se descubrió como el hombre tranquilo para la ‘hora decisiva’, el término que él empleó en un discurso medido, sereno, enérgico y conciliador. Serio en el fondo, medido en la forma. Eligió el atril de un espacio interior -en lugar del balcón de los gritos de Génova- para mostrase presidencial. Nada destacaba en el atuendo, rematado en una corbata gris brillante. Son tiempos de sobriedad. Rubalcaba se calzaba corbata azul para estar a tono. Leyó de corrido para pasar rápidamente el trago. La televisión pública repitió ‘set’ electoral y sus presentadoras parecían el símbolo del bipartidismo. Una de rojo a la izquierda, otra de comedido blanco y negro a la derecha

Había más colores para observar. La esposa del futuro presidente eligió el color de la esperanza. Y un aire de arco iris informaba los gráficos televisivos para dar constancia de que habrá más partidos en la cámara. Con todo, fue una resaca electoral poco lustrosa porque ya estaba cantada. Antena 3 y Tele 5 no aguantaron las conexiones ni hasta medianoche. Los votos se cuentan muy rápido, y se conoció muy pronto que el gordo de la lotería ya había salido con la mayoría absoluta. Los análisis motivados sucumbían ante el zumbido de la crisis. La sensación de urgencia para responder a la tormenta económica ponía en boca de los comentaristas internacionales por qué España tarda tanto en traspasar poder al próximo Gobierno. Otra sensación de estar de siesta, de mantener el corsé burocrático. Otra reforma pendiente.

Todo sonó a un poco repetido en la noche electoral en cuanto a los formatos de las teles, desde el estilo a los decorados. Estamos en un tiempo nuevo y casi ni se notó, más allá del discurso de Rajoy. Completó la noche una ausencia: la de Zapatero, desparecido en combate. No es tiempo de candidatos prefabricados, sino para hombres tranquilos.

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