Diario de León

Juan Gelman entiende que la poesía se acabará «cuando se acabe el mundo»

Para Gelman, la poesía nombra «lo que no se ve» y aquello «con lo que el idioma se queda chico»

Juan Gelman junto a Antonio Gamoneda durante la rueda de prensa que han ofrecido con motivo de la entrega del Premio Leteo.

Juan Gelman junto a Antonio Gamoneda durante la rueda de prensa que han ofrecido con motivo de la entrega del Premio Leteo.

Publicado por
S.Gallo / ICAL

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El poeta argentino Juan Gelman, que esta noche recoge en León la duodécima edición del Premio Leteo, ha alabado este género literario, que a su juicio «enriquece» a quien la lee y descubre «territorios interiores que se desconocían». Por eso, recordó que la poesía ha superado «las peores crisis» y todavía «sigue en pie», por lo que auguró el fin de este género «cuando se acabe el mundo».

Y es que, para Gelman, la poesía nombra «lo que no se ve» y aquello «con lo que el idioma se queda chico». Por eso supone «resistencia» contra un poder que intenta «uniformarnos» y convertirnos «en tierra estéril contra el despotismo». Estas palabras las corroboró su compañero y amigo Antonio Gamoneda, que asistió a la comparecencia de prensa que Gelman mantuvo con los medios de comunicación, y que declaró que no se conoce «ni cuándo, ni cómo ni para qué es nuestra poesía», si bien es «ajena a circunstancias históricas o sufrimientos», aunque no lo diga «explícitamente».

Sin embargo, Gamoneda añadió que la poesía «intensifica la conciencia del creador y del receptor», al tiempo que colabora «en el entendimiento de un mundo difícil». El breve diálogo generado esta mañana entre Gelman y Gamoneda en torno a estos asuntos, ha sido únicamente un anticipo de la entrega del premio de esta noche y de la mesa redonda que se celebrará mañana por la mañana y en la que, además de la presencia de ambos poetas, se unirán también Juan Carlos Mestre y Rogelio Blanco.

Por otro lado, Gelman, aclarando su faceta como poeta y periodista, declaró sentirse más realizado en la poesía, porque «se hace periodismo para comer y poesía para vivir», e insistió en que hay poetas que escriben para comer, si bien hacerlo para vivir es «el momento más extraordinario».

Por último, y en relación a su obra, reconoció que el poema «no se termina», sino que «se abandona», aunque consideró que el poeta «es abandonado por la poesía cuando ya no puede seguir», declaró.

El presidente del Club Leteo, Rafael Saravia, agradeció la presencia de Gelman en la entrega de estos premios y la celebración de las Jornadas del Club Leteo, al tiempo que alabó su figura como una persona que lo ha dado «todo» y que puede presumir de ser «totalmente independiente» en la defensa de sus ideales. Por eso, reconoció que se trata de un día «entrañable», ya que además se ha conseguido reunir al primer y al último ganador de este galardón.

Juan Gelman nació en Buenos Aires (Argentina) en 1930, y a los once años comenzó a escribir, fecha en la que publicó su primer poema en la revista ‘Rojo y negro’. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y a los 15 años ingresó en la Juventud Comunista. Inicia estudios universitarios de Química, que decide abandonar para dedicarse a la poesía.

A los 24 años trabaja como redactor en ‘Nuestra Palabra’ y en el diario comunista ‘La Hora’, y también como corresponsal de la agencia china Xin Hua. Crea, junto con otros compañeros, el grupo de poesía ‘El pan duro’, que edita ‘Violín y otras cuestiones’, primer libro de Juan Gelman.

Posteriormente publica ‘El juego en que andamos’ (1959), ‘Velorio del solo’ (1961), Gotán (1962), ‘Cólera buey’ (1965), ‘La junta luz’ (1985), ‘Interrupciones II’ (1986), ‘Salarios del impío. Antología personal’ (1993), ‘Dibaxu’ (1994), ‘Ni el flaco perdón de Dios’ (1997), ‘Valer la pena’ (2001), ‘Pais que fue será’ (2004), ‘Mundar’ (2007), ‘De atrásalante en su porfía’ y ‘Bajo la lluvia ajena’ (2009) o ‘El emperrado corazón amora’ (2011).

Ejerció como periodista en el diario ‘Noticias’ de los Montoneros o en Roma para la agencia de noticias Inter Press Service. Tras pasar clandestinamente por Argentina, la dictadura militar secuestra a sus hijos y a su nuera, momento a partir del cual vivirá alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Alterna su actividad política contra la dictadura militar con trabajos de traducción para la Unesco.

En 1977 se adhiere al recientemente creado Movimiento Peronista Montonero de resistencia a la dictadura argentina, aunque lo abandona dos años más tarde en desacuerdo con su verticalismo militarista. Regresa a Argentina en 1988 después de trece años de persecución judicial antes de marcharse nuevamente a México, donde reside actualmente a sus 82 años.

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