Diario de León
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Crítica de televisión rosa belmonte

A la gente no le gusta ver niños sufriendo. Ni en Gaza, ni en Irak, ni en un civilizado concurso televisivo. El domingo fue la final de Child Genius , el programa para superdotados de 7 a 12 años en el británico Channel 4. El espacio, vinculado a Mensa, la organización que reúne los mejores cocientes de inteligencia, siempre ha suscitado críticas.

Fundamentalmente dirigidas a los padres que ponen a los hijos bajo esa presión: la de la propia educación y la del plató (por no hablar de sacar niñas con bigote de las que todo el mundo se ríe). Muchos se han llevado las manos a la cabeza con esos pobres críos decepcionados por no ganar. En la final quedaban seis. Entre ellos, Rubaiyat, de 11 años, que tenía de tema las partículas físicas; Sharon, campeona de ajedrez, que había elegido la Batalla de Stamford Bridge; Eleanor, entusiasta de la Historia, que escogió la niñez de la reina Victoria, o Tudor, que prefirió los metales alcalinos. Rubaiyat, que había sido visto leyendo dos libros titulados Cómo hacer amigos y Cómo ser feliz , fue vencido por Sharon y las cámaras se entretuvieron en un primer plano del niño llorando.

Los espectadores también habían contemplando las lágrimas de Tudor al perder su batalla contra Sharon. La gente, vía Twitter, empezó a llamar de todo a los responsables del programa por crueles. Un portavoz de Channel 4 dijo que en las grabaciones los niños contaban con acompañantes y psicólogos. Y que las familias estaban muy contentas con el show. Como si viviéramos en un mundo feliz, aquí también se criticó el sufrimiento infantil de Master Chef junior , que casi no existió en la pantalla. Los lloros y decepciones se enmascaraban con música y un montón de regalos para los perdedores, que nunca llegaron a parecerlo. Y qué decir de las audiciones de La Voz kids . Tú sí; tú, no. Y allí que se iba el chiquillo no elegido con el rechazo en sus pucheros. Si sufren en el programa, la culpa es de los padres por llevarlos. Si sufren en la vida, también es de los padres. Por tenerlos. Si nos ponemos a buscar responsables.

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