Diario de León
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León

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Descartemos muchos adjetivos que fueron sambenitos para asociar a Los Secretos a las bandas que bebían los vientos por los sonidos americanos. Ellos señalarían desde Neil Young a Jackson Browne, como ya lo han hecho. O a británicos como The Beatles para volver a América con Eagles... Caminarían también por senderos minados de joyas como los que van dejando The Jayhawks. Pero, ante todo, en estos tiempos, el grupo de Álvaro Urquijo se autoabastece de lo que sería su propio sonido.

Hubo un tiempo anterior del que no reniegan y rescatan las grandes canciones que despacharon. Pero si algo deja claro cualquier conversación con ellos es que la nostalgia es una estupidez.

Así, en los primeros años, más que éxito tuvieron temas que aún suenan, como el archiconocido Déjame , Ojos de perdida , Otra tarde o Sobre un vidrio mojado , convertidas luego en canciones míticas. Como las circunstancias mandan, tal vez los momentos de mayor reconocimiento llegan cuando la inspiración es más global que lo particular de un tema. Aunque por ahí se cuelen canciones mayores como Pero a tu lado . Su elepé Adiós tristeza se situó en lugares de ventas impensables en bandas cuyo origen se localiza en los primeros 80 y en la Movida madrileña.

El respeto les llega a base de conciertos sólidos, incluidas sus presencias en la plaza de toros de Las Ventas o en recintos en los que cuenta más el record de taquilla que el directo en sí. Pero ellos han sabido labrarse su propias señas de identidad. Y aunque para muchos y muchas fueron carteros de Neruda que escribían canciones de amor que los demás tomaban prestadas, sí que hay que reconocer que, al margen de gustos, los madrileños han querido ser una banda para la historia del pop español. Ese ha sido y es su empeño. Nunca llevaron los pelos de colores y a veces su mayor riesgo estético era un chaleco. Pero, con la edad, Los Secretos han abierto una brecha en la que pueden presumir de tener seguidores incluso entre los que apenan siguen la música, y menos la española.

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