Diario de León

John Miner, un antiguo ayudante del fiscal, tuvo acceso a las grabaciones privadas

Las confesiones de Marilyn a su psiquiatra ponen en duda su suicidio

«Los Ángeles Times» publica íntegramente las charlas entre la actriz y su psicoanalista

Las confesiones de la actriz han destapado la eterna polémica

Las confesiones de la actriz han destapado la eterna polémica

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Tatiana López - corresponsal | nueva york
León

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«Usted es la única persona que va a conocer los pensamientos secretos de Marilyn Monroe». Norma Jean, Marilyn para la posteridad, sabía que sólo podía confiar su intimidad a un profesional. Por eso durante varios meses se dedicó a visitar la consulta psiquiátrica del doctor Raphl Gressom quien al parecer decidió grabar las confesiones para estudiar mejor el caso. Cuatro décadas más tarde el rotativo estadounidense Los Ángeles Times frustraba los deseos de la actriz y publicaba íntegramente las charlas en el sofá entre el doctor y la famosa paciente. El escándalo saltaba a portada el pasado jueves gracias a la intervención de John Miner, un antiguo ayudante del fiscal del distrito que tuvo acceso a las grabaciones y trascribió cada palabra que salía de la boca más deseada de los años 50. Así pues el mundo ya sabe que Marilyn sólo amó con locura a su primer marido, Joe DiMaggio, que no quiso acostarse con Clark Gable porque lo consideraba como un padre y que incluso tuvo una relación lésbica con la, también actriz Joan Crawford que, aunque sólo duró una noche, le confirmó su predilección por los amantes masculinos. Para mitómanos quedan también sus comentarios sobre su matrimonio con Arthur Millar: «Nosotros no debimos casarnos, el no me apreciaba intelectualmente y nuestra sexualidad era más bien mala». Detalles de alcoba aparte, Miner argumenta que no ha sido ni el morbo ni el dinero lo que le ha llevado a hacer públicas las trascripciones sino su vocación de justicia. Para Miner las conversaciones entre Monroe y su psiquiatra, poco antes del fallecimiento de la intérprete el 5 de agosto de 1962, ponen de manifiesto que Marilyn no quería suicidarse. «Ella estaba llena de planes, llena de ilusión no parecía para nada una persona depresiva». Posible asesinato Esta no sería la primera vez que alguien pone en duda el suicidio de la actriz cuyas oscuras circunstancias nunca fueron del todo aclaradas. La teoría de un posible asesinato encubierto tampoco es una novedad, miles de libros, dossieres y documentales han intentado demostrar que la muerte de Marilyn fue mucho más parecida a «thiller» que a un melodrama. Todos los trabajos coinciden en un punto, Marilyn fue asesinada por mantener un romance con el entonces presidente John F. Kennedy, algo que no se trasluce de sus visitas al psiquiatra. «Ese hombre va a hacer grandes cosas por este país» fue su frase más afectiva hacia el líder demócrata. Aún así para un país donde las «conspiraciones» forman parte del imaginario colectivo, la presión de los fans de Marilyn llevó al fiscal del distrito a reabrir el caso en 1982. Miner fue uno de los testigos llamados a declarar. Tras meses de investigación se determinó que a pesar de «los «hechos incongruentes» y las «preguntas sin contestar», como por ejemplo cómo Marilyn se las apañó para seguir tragando barbitúricos después de estar inconsciente, no había pruebas suficientes para iniciar una investigación criminal. Doce años después los fiscales dicen no tener incovenientes en volver a mirar los expedientes, aunque eso sí, deberán existir pruebas materiales. Una categoría en la que no entran las trascripciones de Miner quien nunca ha podido demostrar que realmente escuchó las cintas, ya que Gresson las destruyó al fallecer. Así pues para poco servirá la «traición» a la memoria de la artista de quién no se ha podido salvaguardar ni la fecha de su primer orgasmo, a los 32 años.

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