Diario de León

Valor y madurez de Castaño, pundonor y poder de Valverde y buenas maneras de Joselillo, con oreja por coleta

San Miguel cierra la puerta grande

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Joselillo dejó constancia de sus buenas maneras toda la tarde

Joselillo dejó constancia de sus buenas maneras toda la tarde

León

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No pudo ser. La puerta grande de la plaza de toros de León, que tiene los cerrojos bien engrasados de abrirse cada tarde, se cerró ayer en banda. Y lo hizo precisamente para quienes más necesitan del estímulo de apuntar una salida a hombros en su esportón. No fue por falta de disposición de los toreros, que la pusieron toda; sino porque al final esto es un juego en el que participan dos. Y los toros, especialmente los lidiados en la segunda mitad del festejo, no quisieron poner su grano de arena. Cerraron así la puerta a las ilusiones de los diestros, pero no los ojos de los aficionados, que pudieron disfrutar del valor y la madurez de Castaño, el pundonor y el poder de Valverde y las buenas maneras de Joselillo. Javier Castaño dejó claro que venía a por todas apenas se deshizo el paseíllo. Se cumplieron los trámites, se despejó el ruedo y se fue el de Cistierna con paso firme a la puerta de chiqueros. Con el corazón en un puño esperó la plaza con el diestro a porta gayola, y con el corazón al borde del infarto gritó al unísomo cuando el toro salió andarín y se paró ante el diestro sin obedecer al capote. Anduvo Castaño ligero de pies y se libró de la voltereta por los pelos, pero recogió presto el capote y enjaretó una tanda de verónicas al astado que levantaron una gran ovación. Emocionante inicio del festejo. De rodillas se hincó para iniciar faena a un toro que al final tenía pocas fuerzas, y embestía con la cara alta intentando puntear los engaños. Tenía además el viaje corto, pero Javier Castaño planteó faena con firmeza, templando e intentando coger la distancia a la sosa embestida del astado. Fueron especialmente lucidos los pases de pecho. Por el pitón izquierdo aguantó parones, y no salieron las tandas tan limpias. Fue una faena de oficio, en la que anduvo reposado y tranquilo, sorteando los problemas del toro hasta que acabó metiéndose entre los pitones y plantándole cara de rodillas cuando el toro se le paraba en el mismo pecho. Se entregó al entrar a matar y paseó el primer trofeo de la tarde. En el que hizo cuarto, que brindó al público, llevó despacio y a media altura la embestida torpe y gazapona del toro, que ya de salida se desentendió de los capotes y buscó la salida. Intentó ligar por el izquierdo, pero el toro se quedaba en mitad de la suerte y acabó buscando al torero. Se jugó entonces la cornada el torero de la tierra, muy valiente, adornándose y empujando con el muslo el pitón del toro, que no le dio más opción. El público agradeció la disposición. Javier Valverde realizó un quite por tafalleras al primero de su lote para iniciar después una faena en la que animó con la voz la embestida del astado, al que perdía unos pasos para prolonogar una embestida a media altura. Torero poderoso, intentó bajar algo más la mano por el izquierdo para definir el viaje, aunque en los remates por arriba el toro topaba la muleta. Protagonizó otro de los sustos de la tarde cuando el toro lo empitonó, para dejarlo literalmente colgado del pitón por el pecho durante unos segundos interminables. Por fortuna no hizo por él cuando cayó al suelo, aunque el torero salió dolorido y se temió lo peor. A pie de barrera le sujetaron el muslo herido con un esparadrapo y volvió el salmantino enrabietado a la cara del toro, porfiando a partir de entonces con una embestida topona y cada vez más complicada, en la que el de San Miguel buscaba hacer presa de nuevo. Salió de la enfermería para cumplir su compromiso con el quinto de la tarde, que no le dio opción de ningún tipo. Blandeó el astado de salida y cayó al salir del puyazo, fue muy protestado por el público. Intentó Valverde una faena de enfermero, pero el inválido dobló las manos una y otra vez hasta que el enfado del público pudo más que el ánimo del torero. Tanto que después de cuatro pinchazos sin dejar la espada se fue por el descabello y acabó con el astado entre pitos. El público silenció su actuación en respeto por su pundonor y por la disposición que mostró toda la tarde. Cerró cartel Joselillo, que dejó constancia de las buenas maneras que le han llevado al reconocimiento de la exigente afición madrileña. Asentó las zapatillas para recetar un rotundo saludo capotero, que remató con media de rodillas, al primero de su lote. Manso en el caballo, haciendo sonar el estribo y saliendo suelto, le hizo un quite por chicuelinas antes de brintar al público para iniciar la faena con ayudados por alto muy asentado. Tenía el toro una embestida más alegre y noble que la de sus hermanos, aunque algo rebrincada; y perseguía con más celo la muleta, aunque con un molesto calamocheo. Mejor por el pitón izquierdo, Joselillo aguantó los parones. Fue un trasteo al final algo atropellado, pero con gran disposición y buenos ayudados por bajo antes de dejar una estocada casi topando con la testuz del toro. El último de la tarde, con las cosas ya bastante en contra, salió frenándose en los lances de recibo y huyendo de los capotes. Lo persiguió y toreó de capa en la misma puerta de chiqueros, y el toro cantó la gallina en su primer encuentro con el picador. Se agarró arriba al segundo viaje el del castoreño. También se dolió el banderillas el astado, con muchos problemas aunque con una embestida que tenía más transmisión. Dejó pocas opciones, sin embargo, al perder repetidamente las manos. Por el izquierdo echó la cara arriba, desluciendo el trasteo; aunque el torero logró sacar algún pase tirando del viaje. Al tercer muletazo tomaba ya a regañadientes y tardeando el de San Miguel los engaños. Incluso acabó echándose en el centro del ruedo cuando el torero se separó para darle un poco de aire. Al final fue un toma y daca sin más trascendencia, que concluyó con manoletinas y desplante de rodillas. El público pidió una oreja para él, pero hizo bien el presidente en aguantar y no concederla. En la vuelta al ruedo el público agradeció igualmente la disposición del diestro.

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