Diario de León
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Óscar Bellot | Madrid
León

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Las primeras veces siempre dejan huella. A veces son alentadoras y otras, decepcionantes. El Real Madrid disfrutó de la primera variante en su puesta de largo en el Alfredo di Stéfano, con una aseada victoria ante el Eibar (3-1) forjada a partir de una tremenda solvencia frente a la portería de Dmitrovic. Tres goles en una primera parte en la que los blancos exhibieron una pegada soberbia dieron otros tantos puntos vitales al conjunto de Zidane, que volvió a sus orígenes como técnico para festejar con la convicción del trabajo bien hecho sus doscientos partidos como timonel del conjunto de Chamartín.

Replicó el Real Madrid la formidable entrada del Barcelona en la nueva realidad futbolística para dejar encarrilado antes del entreacto un encuentro que le dejaría más sustos de los debidos tras el bocadillo. Recogió Hazard en tres cuartos y combinó con Casemiro, que bombeó la bola al costado izquierdo, por el que irrumpía Benzema. Caracoleró el francés en el área para servir un esférico que, tras tocar en un defensor del Eibar, cayó manso al borceguí derecho de Kroos para que el ‘8’ quitase las telarañas de la red de Dmitrovic con un golpeo inapelable.

El Real Madrid pescaba nada más tirar la caña frente a un Eibar que había partido con valentía, dispuesto a atenazar a los blancos en la zona de creación pero ajusticiado a las primeras de cambio. El gol no descompuso a los visitantes, que merodearon el empate en un remate desviado de Kike en el área pequeña. El Eibar le discutía la posesión a los blancos y se asomaba con cierta asiduidad a la frontal del área. Pero la eficacia de los locales rayaría el sobresaliente. Al segundo disparo, los blancos doblaban la renta. Salió de la cueva Sergio Ramos, pletórico de fuerza. Encontró a Benzema, cuyo radar le alertó de la presencia de Hazard en el corazón del área.

El belga, mano a mano con Dmitrovic, hizo alarde de altruismo y sirvió al capitán para que clavase el estoque a placer. Octavo gol del camero, segundo máximo artillero de un Real Madrid que hacía gala de una letalidad mayúscula. El parón le devolvió la pegada, al menos en el primer episodio de este desenlace frenético, al equipo de Zidane, obsesionado con mejorar la definición en las semanas previas al regreso. Porque a la tercera embestida caía la sentencia. Se asoció Hazard con Benzema, que citó al ‘7’ con Dmitrovic. Repelió el cancerbero, pero el postrero despeje de Sergio Alvarez lo recogió Marcelo para ponerla al rincón con el empeine.

Dejó Zidane a Carvajal en la caseta al intermedio para dar entrada a Mendy. La cómoda renta había provocado un exceso de confianza del Real Madrid, que bajó las revoluciones y dio aliento al Eibar. Un gol para acortar distancias de los vascos que no dio para más .

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