España cumple con su rol en Oslo y sella el billete para la Eurocopa (0-3)

La España de Iñaki Sáez ofreció su mejor versión en el momento de la verdad, de mayor exigencia. Impartió una lección de inteligencia, aplomo, concentración, fútbol y goles a la primitiva Noruega y, lo que es más importante, cumplió en Oslo con su obligación de estar el verano que viene en la Eurocopa. Conducida con sabiduría por un gran Xabi Alonso, marcó tres, pudo hacer muchos más y curó sus heridas. España, sabedora de que esta vez no podía defraudar, salió al Ullevaal como una selección de verdad, con el carácter ganador que debe de tener todo combinado que aspire a grandes metas. Sin atemorizarle un rival menor o agarrotarle la presión de no poder fallar, desde el pitido inicial los de Sáez dejaron claro a los noruegos quién mandaba sobre el terreno y quién estaría en Portugal. No dio opción para hablar ni del frío, menor del esperado, ni del césped, aceptable, ni de otras gaitas. Ante un rival situado exactamente igual que en Mestalla, con ese 4-1-4-1 encorsetado y tacaño que sólo busca defender y aprovechar alguna laguna defensiva del rival, España exhibió notable personalidad. Aceptó el ofrecimiento escandinavo y tomó el mando del balón, del dominio y de las ocasiones. Pero a diferencia de la ida, no regaló posibilidades a los nórdicos. Mucho le debe la selección nacional al donostiarra Xabi Alonso, que cuajó un partido estelar por muchos motivos. En su cuarto encuentro como titular de la absoluta , no se asustó por lo mucho que estaba el juego. Se echó el equipo a sus espaldas como un veterano curtido en mil batallas. Al principio, como en Valencia En el primer tiempo, el choque fue similar al de Valencia pero con una gran diferencia: España, como llegó a Noruega con una ventaja, aunque fuese mínima, no tenía necesidad de arriesgar más de la cuenta, ni de apresurarse, ni de verse superada por la ansiedad. Por ello, porque Xabi Alonso es más organizador que Baraja y porque con Valerón engancha más el centro del campo y el ataque que con Torres, España nunca se vio en dificultades. Vicente, Valerón, Helguera erraron ante Johnsen, mermado desde el minuto 23 por un esguince de tobillo que, de sólo verlo, dolió hasta los espectadores y le obligó a marcharse a la hora de juego. Tuvo que ser Raúl, el de siempre, el que abriese la lata de salmón. Y lo hizo en una gran jugada, iniciada por César, muy seguro toda la noche, y con asistencia made in Valerón, espléndido toda la noche. Faltaban 11 para el descanso, y lo más difícil estaba hecho. La segunda parte fue un paseo, sobre todo después de que Basma y Johnsen, el héroe de Mestalla, regalasen con dos errores de juveniles la sentencia a Vicente y Etxeberria. Ahí se terminó la historia de una repesca a la que nunca se debió llegar pero que sirvió para que grandes jugadores recuperasen el brillo y la autoestima. En realidad, desde el calentamiento, ya hubo un detalle que invitó al optimismo. Los jugadores españoles, con su capitán Raúl al frente, formaron una piña en el centro del terreno y se conjuraron para no fallar en su cita más decisiva .