Diario de León

La sombra de los Ferrari crece

Schumacher amenaza seriamente a Alonso tras superar la racha de problemas mecánicos

Michael Schumacher, durante una de las paradas en el box de Ferrari en el circuito de Indianápolis

Michael Schumacher, durante una de las paradas en el box de Ferrari en el circuito de Indianápolis

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José María Rubio - indianápolis
León

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Michael Schumacher asusta. El año pasado, cuando Alonso luchaba contra Raikkonen, todo parecía más fácil, ya que se sabía que el McLaren tarde o temprano se iba a romper. Con los de rojo es otra historia muy diferente. El Ferrari ya pasó su racha de roturas, que tuvo su momento más complicado en Malasia, cuando rompieron cuatro motores. Ahora tienen gran fiabilidad y, sobre todo, son muy rápidos. A lo largo del fin de semana el comentario de Alonso sobre los neumáticos fue variando. El jueves dijo que Ferrari seria competitivo si los neumáticos lo eran, mientras que el sábado afirmó que no tenían mucho que ver en el resultado de la 'pole', con el alemán rodando 1,6 segundos más rápido que el español. El domingo tuvo que rendirse a la evidencia de que con aquellas ruedas Bridgestone y luchando con Ferrari era imposible ganar. En Indianápolis se volvió a poner de manifiesto que en la Fórmula 1 actual, el piloto depende del coche que lleve entre manos. A Schumacher no se la había olvidado pilotar el año pasado y a Alonso tampoco se le olvidó desde el anterior gran premio en Canadá. La puesta a punto del coche de Alonso no fue bien en todo el fin de semana. Subviraje en los entrenamientos y sobre viraje en carrera, que intentaron arreglar en la primera parada descargando un poco el alerón delantero, pero ni aun así. Michael recuperó cinco puntos con vistas a la próxima cita del campeonato en Francia, dentro de dos semanas, donde el liso asfalto de Magny Cours debiera ser favorable a los Michelin, lo mismo que el trazado para Renault. La firma que calza el bólido de Alonso, entre otros, no tenía la experiencia del año pasado en Indianápolis. Bridgestone sí, y ahí estuvo la diferencia. Los fabricantes franceses no podían arriesgar y fueron prudentes. El otro motivo de preocupación es la labor de equipo. Alonso dijo el domingo que este deporte es individual. Por una parte es así, porque sólo es uno quien conduce el monoplaza, pero por otra es un deporte donde el equipo cuenta, y mucho. Y donde tienen las ideas claras de lo que quieren es en el box de los ganadores de seis títulos de constructores consecutivos. En Ferrari hay un número uno, Schumacher, y un segundo piloto que se llama Massa, que, además, era el más feliz del Mundo por haber sido segundo. El juego de equipo no existe en otras escuderías, ni siquiera en Renault, que tiene al líder del Mundial, y al otro piloto a 45 puntos. Esa labor de equipo debería planteársela Briatore si quiere ganar el título. Fisichella debiera haber sido el guardián de Alonso, protegerle las espaldas, y, sabiendo que tenía un coche más rápido, le hubiese sido mucho más fácil y habría ahorrado motor para Francia. Sin embargo Giancarlo jugó para él, justo cuando lo más normal y práctico hubiera sido primar el sentido de empresa. Cuando en Renault dejen de jugar a las carreras y a la libertad de los pilotos y piensen qué hace falta ganar el título, no sólo para levantar la copa, sino para vender más coches, entonces Alonso podrá empezar a respirar tranquilo. El presidente del Grupo Renault, Carlos Goshn, lo tiene muy claro, pero deberá recordárselo a más de uno. La marca del rombo no puede permitirse el lujo de perder unos títulos por no saber quién es el número uno del equipo. No es de extrañar aquella frase de Alonso en Imola al inicio de la campaña europea (

) refiriéndose a este tipo de asistencias, como la que no hubo el domingo en la pista de Indianápolis, donde todo Renault tembló ante el dominio de Ferrari y Bridgestone.
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