CLAMOR POPULAR EN BUENOS AIRES
"Basta de corrupción y de clientelismo"
Los argentinos golpean con furia cacerolas, platillos y chapas para expresar su descontento con la presidenta Fernández
Callao con Santa Fe, una de las esquinas clásicas de la Buenos Aires acomodada, es uno de los puntos de encuentro. La convocatoria era a las siete. A las ocho, puntual, la marcha arrancó hacia el emblemático Obelisco levantado sobre la avenida 9 de Julio. Es el segundo cacerolazo que Cristina Fernández de Kirchner enfrenta en menos de dos meses, y cuando todavía no cumplió un año de su segundo mandato, obtenido con el 54% de los votos. La calle ardió. “Con luz o sin luz, prendiste aún más la llama de la gente”, gritó Quique, empleando sus manos como megáfono. Acusó a la presidenta de provocar el apagón que el miércoles dejó a medio Buenos Aires sin luz , y a los comercios parados, como un intento de impedir --o al menos limitar-- la protesta.
El Gobierno había sugerido lo contrario: se trató de un sabotaje para llevar más agua al molino de una bronca en la que convergen el coste de la vida, los casos de corrupción no investigados, la inseguridad y las limitaciones de los sectores medios y altos para acopiar dólares . A María, que está al lado de Quique, no le importaba saber la verdad. “No a la re-reelección”, rezó su pancarta. Ella vino porque no quiere un tercer período de Fernández de Kirchner, solo posible si se enmendara la Carta Magna , un horizonte del cual, hasta el momento, la propia presidenta se ha distanciado.
CACEROLAS Y BOTELLAS
En Callao y Santa Fe no se aceptaban matices. El encono hacia la figura presidencial es tan explícito como visceral. En la calurosa noche del jueves se extendió por la ciudad. La alcaldía aseguró que hubo en las calles 700.000 personas . Otras fuentes ponen en duda ese número. Lo cierto es que decenas de miles de banderas y personas ocuparon el espacio público al grito de “Argentina, Argentina”, golpeando con furia cacerolas, platillos, chapas, botellas, silbatos, rascadores, sonajeros. Como el que usó Laura, divertida, sobre los hombros de su padre. Ha venido toda la familia a “defender la Constitución”, dice, “a impedir que la bastardeen”, en referencia a la reforma que permitiría que Cristina vuelva a presentarse en el 2015. Alguien grita consignas desde un balcón: “Basta de corrupción, basta de clientelismo, basta de inseguridad”. Enfrente, dos ancianas toman el té, rodeadas de globos blancos y celestes.
La avenida 9 de Julio fue intransitable . Muchos se quedaron en la vereda. Enormes globos sobrevolaron la Plaza de la República: Justicia Independiente, Prensa Libre, Pueblo Unido en Libertad. “A las nueve se canta el himno, ¡corré la voz!”, propagó un grupo de mujeres parapetadas en un banco. La multitud caminó lenta, con sus rostros surcados por el sudor. Entonces estalló el cántico. Iniciado desde el altavoz de un furgón, pronto eclipsado por la voz humana. La voz de Gabriela se alzó sobre su grupo. Los fines de semana, canta en una pequeña coral de barrio. “Quiero a mi país, quiero que avance”, dijo, al concluir el himno. “Hace once años que están en el poder y no invirtieron nada; solo roban y mienten”.
VEHÍCULO PROPAGANDÍSTICO
“Este es el ruido de las cadenas rotas”, gritó Diego, en alusión a una de las estrofas de la canción patria, mientras golpeaba un timbal. Sus compañeros lo festejaron con saltos y palmadas. “Esta es la prueba de que no solo en los mundiales somos patriotas”, comentó otro, señalando el erizamiento de su vello. Aunque también el fútbol tiene su mención, con protestas contra el programa Fútbol para todos para la transmisión de los partidos gratuitos desde la televisión pública, acusándolo de “vehículo propagandístico” y dispendio innecesario.
Un amplio grupo de la manifestación se desvió hacia la Casa Rosada . Un camino más ligero en términos de humanidad que, sin embargo, desembocó en una Plaza de Mayo atestada. Las consignas se volvieron más graves y personales, en una clara oposición a la figura de Cristina. “Esto tiene que servir para algo”, se dijo Pablo enarbolando un cartón contra la ley de medios audiovisuales , aprobada por el Congreso e impugnada por el Grupo Clarín , dueño del diario de mayor circulación nacional, el segundo canal televisivo del país, el negocio de la televisión por cable y varias radios. “El Gobierno puede intentar controlar la prensa para ocultar sus desmanes, pero ya es tarde. No saldrá impune. Esta es la forma de demostrárselo”.