Diario de León

El miedo se impone en las calles de Teherán ante la campaña sobre el velo

La Policía de la Moral vuelve por el Plan Luz y siembra el pánico entre las mujeres de Irán

La Policía de la Moral de Irán obliga a las mujeres a cubrirse con velo. ABEDIN TAHERKENAREH

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Jaime León
Teherán

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«No quiero hablar sobre el velo. Tengo miedo», afirma una joven en el centro de Teherán acompañada por dos amigas. Las jóvenes van vestidas de forma moderna y cubiertas con un hijab a medias. No lejos de ellas está aparcada una furgoneta blanca. Es una patrulla de la llamada Policía de la Moral. Y provoca terror entre las mujeres.

El miedo se ha impuesto en las calles de Teherán ante el regreso de la Policía de la Moral hace 11 días como parte del ‘Plan Luz’ para reimponer el uso del velo islámico entre las iraníes y ya han comenzado las detenciones de mujeres que no usan la prenda.

El recuerdo de Masha Amini

La campaña se puso en marcha el mismo día que Irán lanzó un ataque con misiles contra Israel, lo que ha llevado a activistas a afirmar que las autoridades usan las tensiones regionales para aumentar la represión en casa.

Se trata del último intento de la República Islámica de reimponer el uso del velo, que muchas mujeres dejaron de usar tras la muerte en 2022 de Mahsa Amini después de ser detenida por no llevar bien puesto el hijab.

El cabello descubierto se ha convertido en un gesto de desobediencia civil entre las iraníes desde las protestas por la muerte de Amini en las que murieron 500 personas, a pesar de una represión que incluye la confiscación de vehículos, latigazos e incluso castigos como la limpieza de cadáveres.

El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, afirmó el 3 de abril que las iraníes deben «obedecer» y cubrirse el cabello con un velo islámico ya que es una «regla absoluta de la sharia (ley islámica)».

Solo 10 días más tarde reaparecieron las patrullas de Policía de la moral, cuerpo responsable de aplicar el código de vestimenta islámico en la calles y los arrestos a la fuerza de mujeres descubiertas.

«Es una presión psicológica enorme», dice a EFE Mona, nombre ficticio (por seguridad), estudiante de Fotografía de 21 años.

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