Diario de León

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El «rey de los pobres» se queda en casa

Mohamed VI anula por tercera vez consecutiva su viaje a Alhucemas mientras siguen las protestas y los asaltos de camiones con la ayuda

Tres jóvenes se llevan del puerto de Alhucemas ayuda humanitaria enviada por Arabia Saudí

Tres jóvenes se llevan del puerto de Alhucemas ayuda humanitaria enviada por Arabia Saudí

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Paco Soto - rabat
León

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Mohamed VI, que llegó al trono en julio de 1999 prometiendo que iba a ser el »rey de los pobres«, anuló ayer por tercer vez consecutiva el viaje que tenía que realizar a las zonas afectadas por el terremoto que golpeó el martes la provincia de Alhucemas y ha causado 571 muertos y centenares de heridos y dejado a 30.000 personas sin hogar. Cuatro días después del siniestro, el monarca sigue en su palacio de Tánger. La primera visita del soberano marroquí estaba prevista el martes, cuando se dirigió a Tánger pocas horas después del siniestro para estar «cerca de sus sujetos y seguir las operaciones de socorro». La visita fue suspendida. El jueves se aseguró que el viaje se llevaría a cabo el viernes. Fue anulado y previsto para hoy. «Al rey no le gusta la política, pero es un hombre con mucha sensibilidad social; yo me atrevo a decir que es una auténtica ONG humanitaria», asegura una personalidad del mundo político marroquí muy vinculada al padre del actual soberano, el rey Hasán II. Al borde de la rebelión Esta vez, su sensibilidad parece haber fallado, aunque, como manifiestan fuentes del movimiento cultural rifeño, «la cuestión es que el rey sabe perfectamente que el Rif es una región rebelde y la población de Alhucemas está al borde de la rebelión debido a la falta de ayuda a los damnificados del terremoto. Es por temor a nuevas protestas populares por lo que se ha retrasado el viaje real». Cualesquieran sean las razones, el hecho es que cuatro días después de la catástrofe, el jefe del Estado de Marruecos, que dice estar a favor de la democracia y la modernidad, sigue sin pisar un territorio de cultura y lengua mayoritariamente beréberes y tradicionalmente hostil a la monarquía alauí y al mazjen (sistema político y social tradicional). Mientras, la población vive en una angustia continúa ante las repetidas sacudidas sísmicas que azotan la región desde el terremoto del martes, sufre del frío, el viento y la lluvia y necesita tiendas de campaña, mantas, alimentos y productos de primera necesidad. «La grandeza de los gobernantes no está en el título que ostentan sino en estar siempre cerca de los que sufren», sentencia Ahmed Ziani, activista del movimiento asociativo de Alhucemas y miembro de la Confederación de Asociaciones Amazighs (beréberes) del Norte de Marruecos. Frente a la actitud de su rey, la sociedad marroquí está demostrando una solidaridad emocionante. Lo cuenta muy bien Mohamed Sadani, médico radiólogo de Nador, una ciudad a 150 kilómetros al este de Alhucemas y a tiro de piedra de Melilla. Sadani explica, emocionado: «Conozco comerciantes de Nador que cada mañana salen a primera hora hacia Alhucemas cargados de productos para ayudar a la población, duermen en su furgoneta y vuelven por la mañana temprano para volver a cargar. Esto es solidaridad y no lo que hace el Gobierno». Esta solidaridad, recalca Sadani, «contrasta con la desorganización y la falta de interés que demuestran las autoridades para ayudar a la población afectada y canalizar la abundante ayuda humanitaria que se está recibiendo de la comunidad internacional». Las manifestaciones y los asaltos de camiones cargados de víveres y otros productos de primera necesidad se han convertido en moneda corriente en Alhucemas, en Imzouren y en muchas otras poblaciones de la provincia, y los ciudadanos se enfrentaron ayer de nuevo a las cargas y a los golpes de la policía, los gendarmes y las fuerzas auxiliares (cuerpo policial), que intentan por todos los medios detener el descontento popular, que podría desembocar en verdadera rebelión. Asalto al camión de la comida Los afectados esperan a que les llegue la ayuda humanitaria para poder alimentar a sus familias. Si sigue sin llegar, asaltarán camiones, como volvió a ocurir ayer, o recibirán alguna ración alimentaria de los activistas de las ONG. Ahmed Ziani cree que «la catástrofe demuestra que nos gobiernan unos incompetentes y unos sinvergüenzas». De momento, se han agilizado relativamente los circuitos de distribución de la ayuda humanitaria pero las autoridades no parecen haber tomado nota de la amplitud del desastre y el descontento popular. Tanto es así, que Protección Civil marroquí respondió ayer a las críticas de grupos de rescate extranjeros, entre ellos los españoles, que se han tenido que marchar de la zona sin poder intervenir, señalando que «no pudieron trabajar, porque eran muchos y las operaciones estaban bien hechas por nuestros equipos».

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