Diario de León

El líder serbio, juzgado como criminal de guerra, murió de un infarto pero no se sabe qué lo causó

Rusia desconfía de la autopsia a Milosevic y envía a sus médicos Un antibiótico capaz de alterar otros tratamientos

Un médico holandés sugiere que tomó un fármaco para empeorar y salir de La Haya

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Rafael M. Mañueco - moscú
León

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Rusia ha devuelto la moneda al Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) con su decisión de enviar sus propios médicos a La Haya para verificar los resultados de la autopsia practicada al ex dictador serbio, Slobodan Milosevic. «No confiaron en nosotros y tenemos ahora derecho a desconfiar también», declaró ayer el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, al anunciar que un grupo de médicos se dispone a partir hacia la capital holandesa. Lavrov dijo que los galenos rusos se proponen «participar en la autopsia o conocer al menos sus resultados». De esta forma, el Kremlin intenta sacarse la espina que supuso la negativa del Tribunal de La Haya a permitir que Milosevic viajara a Moscú para recibir tratamiento en la clínica del Instituto de Cirugía Cardiovascular Bákulev, en donde fue operado hace diez años el ex presidente ruso Borís Yeltsin. «Rusia ofreció garantías de que Milosevic regresaría a La Haya, pero fueron consideradas insuficientes» por el TPIY, recordó Lavrov con resquemor. Precisamente, en el centro Bákulev fue ingresado el domingo por la noche Borislav Milosevic, hermano de Slobodan, con problemas cardiacos, aunque confía en restablecerse pronto para acudir a los funerales. El pasado mes de enero, el Ministerio de Exteriores ruso aseguró por escrito al Tribunal de La Haya que cumpliría todas sus condiciones. En particular, según explicó entonces el portavoz de ese ministerio, Mijaíl Kaminin, Rusia se comprometía a no conceder asilo político al antiguo presidente yugoslavo, respetar las condiciones de libertad provisional que le fueran impuestas, impedir que abandonase el centro médico durante el tratamiento y su envío de regreso a La Haya en cuanto lo ordenase el Tribunal. Al final, el deseo de Milosevic de curarse en la capital rusa, en donde viven desde hace años su esposa, hijo y hermano, no fue satisfecho. Kaminin afirmó ayer que el que fue presidente de Yugoslavia envío hace poco una carta a las autoridades rusas denunciando la medicación «inadecuada» que estaba recibiendo por parte de los especialistas de la cárcel holandesa en la que ha estado recluido. La prensa moscovita relacionó aquel rechazo con la existencia de numerosos simpatizantes de Milosevic dentro de los círculos del poder en Rusia, quienes podrían utilizar su influencia para lograr que el ex dictador serbio recibiese asilo aunque fuera por «razones médicas». Y es que el Kremlin se opuso con todas sus fuerzas a la presión internacional sobre el régimen de Milosevic y a los bombardeos de la Otan que sirvieron para doblegarle. Otro intríngulis Un nuevo misterio sobre el origen de la muerte de Slobodan Milosevic surgió ayer cuando un toxicólogo holandés aportó una tercera teoría, junto a las que ya existían de envenenamiento y suicidio, al sugerir que el ex dictador había muerto debido al uso deliberado de un medicamento que anulaba el tratamiento contra la hipertensión que le fue prescrito por los médicos de la prisión de Scheveningen. El toxicólogo holandés, Ronald Uges afirmó en varias entrevistas a la prensa local e internacional que en un análisis de sangre efectuado hace un par de semanas a Milosevic había descubierto rastros de Rifampicina, un medicamento que se usa para combatir la lepra y la tuberculosis. La droga, según el experto, podría haber reducido el efecto de las medicinas que ingería Milosevic para combatir su enfermedad cardiaca. «No creo que haya ingerido esa medicina para suicidarse y es posible que lo haya hecho para hacer un viaje de ida a Moscú, como era el deseo de sus amigos y familiares», dijo el medico. «Pienso que era su última posibilidad para escapar de La Haya», añadió el toxicólogo. Uges llevó a cabo el análisis sanguíneo a petición de un hematólogo de un hospital de La Haya, que efectuó a finales del año pasado por encargo del Tribunal un análisis de la sangre de Milosevic para determinar por qué las medicinas contra la hipertensión no lograban reducir la tensión que sufría el ex dictador. «El medicamento no puede haber sido suministrado por aficionados», insistió el toxicólogo, al sugerir que la droga había llegado a manos de Milosevic en forma clandestina. «Él debe haber sido asistido por farmacólogos especializados en su país o Moscú». Pero las afirmaciones del experto, en lugar de esclarecer el misterio que rodea la muerte del ex presidente yugoslavo, puso en entredicho las medidas de seguridad que existen en la cárcel de Scheveningen. De forma indirecta, el experto responsabilizó de la muerte a las autoridades del Tribunal, que no reaccionaron cuando se descubrió la existencia de Rifampicina en la sangre de Milosevic. «Rusia ofreció garantías de que Milosevic regresaría a La Haya» SERGUÉI LAVROV Ministro de Exteriores ruso La rifampicina, que Slobodan Milosevic ingirió según un toxicólogo holandés, es un antibiótico utilizado en el tratamiento de enfermedades infecciosas como la tuberculosis o la lepra, y puede alterar y disminuir la eficacia de otras moléculas. Su prescripción exige por lo tanto tener en cuenta el resto de tratamientos a los que pueda estar sometido un paciente. La rifampicina puede disminuir la concentración de numerosos fármacos en la sangre (fenómeno conocido como inducción enzimática) y acelerar su eliminación. Reduce sobre todo la eficacia de la píldora anticonceptiva y de los antiretrovirales del sida. Además, puede disminuir la concentración en la sangre de los antiarrítmicos (para la arritmia cardíaca), así como la eficacia de los anticoagulantes orales (contra el taponamiento de los vasos sanguíneos). La rifampicina tiene la capacidad de reducir también la concentración plasmática, y la eficacia de los bloqueadores beta, como el metropolol o el propanolol, prescritos a menudo contra la hipertensión arterial. Esta sustancia interactúa con el grupo de antagonistas del calcio, también utilizados para la hipertensión arterial. Igualmente, la rifampicina puede aumentar la toxicidad de los medicamentos.

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