Que no corten las alas a la paloma

Discípulas de Jesús, Virgen Blanca, Carmelitas (de Nuestra Señora del Carmen y del Sagrado Corazón, que los dos colegios estuvieron), San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Colegio Leonés y Sagrado Corazón. Una nutrida representación de los colegios de la zona centro de la capital estuvieron presentes en la celebración del Día Internacional de la No Violencia, a los pies de la Catedral y al mediodía, en la hora que más calentó el sol y cuando la temperatura se hizo incluso apacible para finales de enero.

El tren por la paz arrancó en la Plaza de Regla y llegó a la misma estación en cosa de media hora. Sin moverse más que en la imaginación. Tampoco hacía falta más. Fue lo que tardaron los representantes de cada centro docente en leer sus mensajes, siempre coreados con fervor por el resto de los alumnos de cada clase. «Ayuda, amor, solidaridad y paz». Los términos trending topic de la mañana se reiteraron constantemente en las alocuciones. Casi tanto como los clicks de las cámaras de fotos de padres y abuelos, orgullosos de la presencia de los vástagos ante la Pulchra Leonina para tan singular oportunidad.

Los líderes

Mahatma Gandhi, Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Nelson Mandela y Martin Luther King. Los grandes símbolos de la paz (después de la paloma) comparecieron en las pancartas, en los mensajes, en las alocuciones y en el pensamiento. En la ambientación musical, Macaco puso el sonido con Marea de gente «todos diferentes pero remando al mismo compás». Lo corearon a pleno pulmón las 600 gargantas congregadas en torno al reloj, que para cuando dieron las 12.00 ya había visto el inicio del acto.

«¡Gracias por construir cada día el tren de la paz!». La conductora del evento lo cerró agradecida. El día que rememora desde 1964 el fallecimiento del Gran Ghandi dice sí al pacifismo a través de la negación de otros muchos condicionantes. Porque es una iniciativa no copiada, no estatal, no gubernamental, no oficial, no dependiente, no forzada y no espontánea, de educación no violenta, practicada ya en escuelas de todo el mundo para llegar, sí, a la paz. Y el resto sobra.