Diario de León

Una ciudad, dos caras

El «abandono» de los barrios «olvidados»

Vecinos de la periferia denuncian el mal estado de las calles, la escasa iluminación, el tráfico de drogas, la inseguridad, los atascos, la ocupación de las viviendas o el aspecto decadente de algunos edificios. Piden al Ayuntamiento soluciones para rescatar las áreas que marcan la frontera del municipio. Armunia, Puente Castro o El Crucero han sido declaradas como «zonas críticas» por su problemática singular.

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León

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La lista de reivindicaciones que preparan los barrios de León para presentarla en el Ayuntamiento afecta a casi todas las concejalías. Basta un paseo por la periferia de la ciudad para comprobar su decadencia. Calles en mal estado, sumideros anegados cuando llueve, escasa iluminación, inseguridad, viviendas ocupadas, saturación del tráfico, suciedad... Las quejas son prácticamente las mismas que escucharon antes las distintas corporaciones que han ocupado la casa consistorial durante los últimos años. Apenas ha cambiado nada en este tiempo.

De hecho, el «abandono» es un sentimiento que comparten las personas de las áreas fronterizas del municipio, esas que aparecen en la «zona crítica» de la capital, como la calificó el concejal de Participación Ciudadana, Nicanor Pastrana, tras la ronda de contactos con doscientos vecinos. Volverán a reunirse en abril.

Muchos coches pasan por esta zona de Armunia llena de socavones. JESÚS F. SALVADORES

La «propaganda» política, alimentada sobre todo en campaña electoral, ya no cala entre los afectados. Lo saben bien en Puente Castro, hartos de tanta promesa «incumplida». Exigen sus vecinos un polideportivo que dé «alternativas de ocio a la gente joven» y que contenga también un centro cívico para los mayores. Es una demanda histórica, «olvidada» en los cajones de Urbanismo. «Existen tres proyectos anteriores», recuerda Flory Fernández, presidenta de la Asociación Aljama, mientras enseña el estado «lamentable» de las canchas descubiertas.

La alambrada está rota. Y las malas hierbas crecen sin control sobre un cemento lleno de cicatrices. «No dejaría que un hijo mío jugara aquí», señala Yolanda Fernández, que lleva toda su vida en el barrio. «Los árboles están sin hojas desde hace un par de semanas, pero no las recogen del suelo», lamenta.

Alambrada destrozada en Puente Castro. JESÚS F. SALVADORES

Tampoco deja en buen lugar a los representantes públicos una de las primeras estampas que encuentran los peregrinos cuando entran en León. El paso elevado que está junto al punto de información del Camino de Santiago salva un río que, al menos en su entorno, se asemeja a los manglares tropicales. Un árbol, arrancado de cuajo tras el último temporal, continúa encajado en mitad del cauce. «Los bancos están rotos y por aquí es imposible dar un paseo», apunta Sabina Álvarez, otra de las vecinas que reclaman soluciones. «Todo va para Ordoño», critica.

Más preocupante es, incluso, el aspecto que presenta el puente principal, una de las joyas del municipio, que revela multitud de heridas por culpa del tráfico que soporta cada día. «Un camión chocó contra una de las piedras, que está suelta y se puede caer en cualquier momento», revela Yolanda mientras señala a la valla amarilla que la protege. «No puede ser que nos tengamos que pegar con el Ayuntamiento para que arreglen todo esto», matiza Flory Fernández.


La maleza crece sin control junto al Torío. JESÚS

«Hay problemas fáciles de solventar. Además tenemos aquí el Centro de los Oficios», continúa Yolanda, molesta con algunas inversiones anteriores a la crisis que no «sirvieron para nada». Pone como ejemplo la rotonda donde muere la calle Jacinto Barrio Aller, paralela al río. Tiene un diámetro importante, a pesar de que regula el tráfico de tres arterias con escasa circulación. Está totalmente seca, sin una gota de agua que hidrate la fuente que debería adornarla. «Por lo menos lleva seis años así. Han robado el motor y las luces», denuncian las vecinas, disgustadas igualmente por el «poco contenido» del Centro de Interpretación de las Tres Culturas y por la «confusa señalización» del Camino de Santiago. Piden, del mismo modo, al Ayuntamiento, que retire los postes de la luz que invaden la calle Cirujano Rodríguez. «Las personas mayores, los que van con un carro de niño o hasta con la bolsa de la compra tienen que atravesarla por la carretera porque no hay espacio», matizan.

Un edificio del Crucero, en ruinas. JESÚS

Algo parecido ocurre en El Crucero, otro de los puntos «críticos» que intenta abrirse a la ciudad a través de la prolongación de Ordoño II. La línea del tren marca la frontera. Es evidente. Las calles están más descuidadas. También algo más sucias. Y algunos edificios parecen abandonados. El que ocupa parte de la esquina entre Laureano Díez Canseco y Hermanos Machado está acordonado por la Policía. Una barandilla marca un pequeño perímetro de seguridad por si se cae algún cascote. Hay evidencias de desprendimientos. «Todo el techo interior se ha derrumbado. Es un peligro», señala Omar, un vecino de la zona que, según afirma, ha visto como por las noches se cuelan un par de personas para dormir. Por una de las ventana asoma una antena de televisión.

«Nos han dicho que la van a tirar entera, pero de momento no sabemos nada. Es una pena porque es un edificio muy bueno, pero los herederos muchas veces no pueden hacerse cargo», añade Aurora, de 82 años, todos en el barrio.

Una situación similar presentan el inmueble del Paseo de Salamanca número 5 (Boleras Armando) y el de Doctor Fleming 19. «Todas las calles están en mal estado», lamenta Laudelino Rivera Alonso, tesorero de la Asociación Quevedo, que exige también una intervención sobre Relojero Losada.

Más policía
Reclaman más presencia policial para prevenir la delincuencia en las zonas más alejadas del centro

Además, los vecinos del Crucero soportan a diario la congestión del tráfico entre las dos rotondas, sobre todo a la salida del colegio. La ronda Norte, que debería cerrar de una vez el anillo de circunvalación, aparece igualmente entre las reivindicaciones.

En Armunia, otro de los barrios señalados por el concejal, la «inseguridad» es uno de sus principales obstáculos. «Hay ocupas, tráfico de sustancias, armas y delincuencia». Lo reconoció, con esas mismas palabras, el edil Nicanor Pastrana cuando hizo balance, la semana pasada, de la primera ronda de contactos con los vecinos. Y lo corrobora su pedáneo, Luis Ángel Alonso, que solicita «más presencia policial» para evitar la venta de droga, sobre todo en los alrededores de los centros educativos.

Los desperfectos que no se arreglan, el peligro que suponen edificios en ruinas o la poca iluminación de algunas calles preocupan a los vecinos de estos barrios.

Asume que la «convivencia no es fácil» y que en la zona hay una saturación de viviendas sociales que aviva el foco del conflicto. Recuerda que Armunia es un «barrio humilde», con pisos «baratos» para dar cobijo a «5.325 personas», la mayoría, según declara, «totalmente cívicas», aunque existe una minoría que complica las relaciones sociales. De hecho, en el número 15 de la calle la Industria hay un edificio de tres plantas ocupado por cerca de veinte personas, según cuentan los vecinos. Luis Ángel Alonso quiere que el Ayuntamiento lo declare en ruinas para poder tirarlo. Lo mismo ocurre en otro inmueble de Jorge Manrique. «Hay riesgo de que se caigan», advierte.

Bastante mejor pintan las cosas en el Barrio Húmedo. El ruido, la suciedad y el cierre del comercio tradicional son las principales quejas elevadas por los vecinos de la cuarta «zona crítica» que ha delimitado el Consistorio.

«La peatonalización de la parte baja perjudicó a los negocios porque los clientes ya no pueden meter los coches hasta la puerta, como antes», añade Ana Isabel Fernández Colunga, secretaria de la Federación Provincial de Asociaciones de León Aluches y vecina del Casco Histórico, como Ángeles González Espadas, la presidenta.

«Las administraciones deberían incentivar a los emprendedores y agilizar los trámites», explica Fernández Colunga justo al lado de una Ferretería que ‘se traspasa’. Tampoco funcionan muy bien las alcantarillas y hay pequeñas inundaciones junto a las aceras cuando llueve más de la cuenta.

Y si quieren hacer una obra en casa tienen que pedir permiso a Patrimonio. «Cuando te lo conceden podían dar de paso también a los coches de los operarios», precisa. Solo pueden entrar en la zona antes de las once. «Si se les acaba el material tienen que esperar hasta el día siguiente o ir andando», detalla Ángeles González, que del mismo modo demanda «más iluminación» en las cercas que atraviesan Puerta Moneda. «A partir de las ocho de la tarde da miedo ir por esa calle», protesta.

La farola, 'plantada' en medio de la acera, obliga a los viandantes a ir por la carretera. JESÚS F. SALVADORES

La contaminación acústica y la suciedad por culpa del ocio nocturno también inquietan a los vecinos, aunque saben que gracias a eso «hay vida». No obstante, Miguel Ángel Gil, de la Asociación de Vecinos del Barrio del Mercado, pide al Ayuntamiento algo más de limpieza y, sobre todo, que mantenga las calles en buenas condiciones. Hace falta también un centro cívico y que mejore la señalización del Camino de Santiago. «Cuando los peregrinos llegan aquí no saben a dónde ir. Tampoco dónde está el albergue», reprochan.

Ahora, la patata caliente está en el tejado del consistorio, que volverá a reunirse con los vecinos en abril para fijar una lista de prioridades y ver qué actuaciones pueden llevarse a cabo.

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