Diario de León

Juicio por el crimen del universitario: cómo detener a un asesino de 21 años

«Cuando fuimos a cogerlo nos dijo que por qué no preguntábamos al que le había pegado a él primero; le contestamos que era imposible porque estaba muerto y se quedó en estado de shock»

Momento en que se exhibe el arma del crimen. M.Á.Z.

León

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La calle Matanzas es en teoría territorio tranquilo. Hay más jaleo en teoría en Fontañán, que queda al lado. Pero al final de Eras de Renueva, la vida es bastante apacible.

Lo era la mañana del domingo 16 de mayo de 2021 cuando un vehículo camuflado siguió hasta allí la pista de las indicaciones del grupo de jóvenes que había participado la noche previa en una trifulca encadenada en dos series. «Vinieron un poco chulos por hacerse los guays delante de una tía, protestaron los agredidos». «Él pego primero y le rompió la nariz al nuestro», protestaron los agresores.

El caso es que entre puñetazo y puñetazo, una navaja segó la vida de un joven estudiante de Inef de 18 años de edad, natural de Colindres (Cantabria). Se le atribuyó la cuchillada a un estudiante de Derecho que se expone a 22 años de prisión en el juicio que estos días se celebra en la Audiencia.

Así que la Policía se presentó en el portal y llamó a un octavo piso, donde instantes antes había un joven fumando en la ventana con un móvil en la mano. No hubo respuesta.

Un subinspector y un agente entaron al portal. El marco de los dos ascensores está un poco desvencijado por los rayones y el verde ya está raído. «Estuvimos esperando más de hora y media».

Por el móvil le advirtieron al sospechoso que los investigadores estaban tras sus pasos. En el buzón, todavía está su nombre a día de hoy. Un abogado medió y le invitó a entregarse, aunque él lo hizo de mala gana, con bastante oposición y escaso convencimiento antes de tomar la determinación de entregar la navaja. «Es tan larga como todo mi antebrazo», protestó el padre del finado. Ayer él y su esposa tuvieron que pasar por el trago de contemplar en sala el arma que segó la vida de su hijo.

Cuando por fin el acusado permitió a los agentes franquear la puerta, protestó y pidió que exigieran explicaciones de lo sucedido a quien le había roto la nariz de un puñetazo. «Se lo preguntáis a él». Se quedó blanco: «Le dijimos que era imposible, que había muerto. Entró como en shock».

Hoy toca turno para las pruebas periciales. El juicio se adentra en la penúltima jornada. Dice el guión que mañana viernes se elevan a definitivas las conclusiones y se defienden los informes. Se verá si hay tiempo.

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