Diario de León

Ni con balas ni con valium

Los nervios de una empleada, que por culpa de la tensión no fue capaz de abrir su caja registradora, frustran un intento de atraco a punta de pistola en un supermercado de la calle San Agustín

León

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El monumental atasco de Michaisa, la imposible tarea de aparcar en la zona centro, la temperatura agradable de primeras horas de la tarde... A las 13.40 de ayer, León vivía la normalidad de un día cualquiera de mediados de febrero, con los mismos asuntos de siempre. Hasta que, por Alcázar de Toledo aparecieron dos patrullas de la Policía Nacional, que a la altura de San Agustín, giraron en dirección prohibida y entraron en sentido contrario por la calle, a toda velocidad, con absoluta urgencia y las luces de emergencia echando chispas. «De aquellos dos de allí adentro, como mínimo uno es un policía vestido de paisano, que yo le conozco». Una decena de curiosos se acercó a las inmediaciones de un supermercado ubicado a la altura de la mitad de la calle, y otra decena de amas de casa y supuestas jubiladas, echó a correr calle abajo, en dirección a la Avenida de Roma: «Se han escuchado disparos, algo pasa ahí dentro». La dotación policial acudió a la llamada de emergencia. «Ha sido un intento de atraco. Cuando hemos llegado, parece ser que los atracadores han huido, pero no se han llevado nada, no les ha dado tiempo». Poco después de las 13,30, un varón de mediana edad, que lucía un casco, se personó en el establecimiento, y exigió a la cajera, supuestamente a punta de pistola, que le entregarse la recaudación de la caja. Entre los nervios de la situación, un cierto punto de inexperiencia y la precipitación del asunto, el cajón del dinero no se abrió, y tampoco lo hizo cuando el atracador la emprendió a empellones contra el artilugio, que finalmente, se mantuvo inexpugnable a la intentona delictiva. Un segundo atracador Al parecer (no se ha podido contrastar este extremo) un segundo colaborador del autor material de los hechos, estaba esperando en la calle, pero ante el fracaso en la intentona, ambos hubieron de emprender la huida, calle arriba, sin que se haya vuelto a tener noticias de lo sucedido. «Ya tocaba este mes. La verdad es que a esta pobre gente, les caen todas. En cuanto he visto que había policía y que tenía pinta de barullo, me he dicho para mí mismo: 'Ya tenemos títeres donde siempre' pero bueno, esta vez no han conseguido llevarse nada». Diez minutos después, la dependienta rubita entró a tomar su sesión de rayos uva, la señora de la bolsa de la compra dejó de repetir el susto tan gordo que se había llevado al ver tantas luces de policía y en el bar de enfrente, no faltó quien sacó fotos desde el teléfono móvil, a modo de improvisado recuerdo. Esta vez, no pasó nada. «Que han querido robar ahí, no sé muy bien donde, pero han venido de la policía, y se han marchado corriendo. Las pobres chavalas, ya tienen que estar acostumbradas»

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