Diario de León

Los tesoros que esconde la tierra

Cientos de personas han visitado la muestra de minerales de Picos de Europa con la que el Museo Minero de Sabero da a conocer, hasta el próximo mes de septiembre, el valor de la minería metálica en la zona

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Sabero

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Desde el pasado mes de junio cientos de personas han desfilado por la nave lateral de la Ferrería de San Blas, sede del Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León en Sabero para ver la interesante exposición de Minerales de los Picos de Europa, y podrá visitarse de forma gratuita hasta el mes de septiembre.

Esta exposición presenta decenas de minerales propiedad del coleccionista Manuel Cañón recogidos en varias minas de los Picos de Europa. Con ella se quiere dar a conocer y poner en valor la importante minería metálica que se desarrolló en este espacio durante varias décadas, una actividad muy complicada y dura para sus trabajadores, dadas las condiciones extremas en las que se desarrolló.

A lo largo de más de un siglo, algunas zonas de los Picos de Europa han sido objeto de una intensa actividad minera en busca de elementos tan apreciados como el cinc, el plomo, el hierro o el manganeso. Esta actividad ocupó a cientos de mineros que desarrollaron su trabajo en las adversas condiciones que impone la alta montaña. Al hablar de la minería en los Picos de Europa hay que comprender la máxima dureza en la que se desarrolló, consecuencia del hecho de encontrarse en una zona de intrincada orografía. La altitud a la que sitúan muchas de las explotaciones, casi siempre por encima de 1.000 m y superando a veces los 2.000, impedía trabajar en los meses de invierno. Sin embargo, las nevadas, el frío y los temporales no estaban excluidos en el período en que se mantenían activas las minas que, normalmente, iba desde el 1 de mayo al 1 de noviembre. Por otro lado, su situación, muy alejada de los núcleos de población, requería edificar casetones, austeros e incómodos, para alojar a los mineros, y que tanto plantilla como instalaciones tuviesen que ser autosuficientes. Las jornadas laborales eran muy largas y los días de descanso muy escasos (en las Minas de La Providencia eran solamente dos en toda la temporada), imprimiendo al trabajo una gran dureza, acentuada por una manutención en muchos casos deficiente.

Las características de los yacimientos, con su morfología muy irregular, no hacían sinoincrementar los problemas. En las primeras etapas, ellaboreo se realizó a cielo abierto. Más tarde, comenzaron los trabajos subterráneos, pero con técnicas muy primitivas que obligaban a los mineros a trabajar en espacios pequeño se incómodos, donde apenas cabían. La escasez de agua en el entorno de la mayoría de las minas constituía un impedimento importante para su mecanización.

A pesar del elevado número de explotaciones abiertas, las labores no eran simultáneas, sino que, mientras unas estaban activas, otras permanecían cerradas o eran objeto de tareas prospectivas. Resulta asombrosa la cantidad de agujeros que se llegaron a abrir para extraer las mineralizaciones, convirtiendo determinadas áreas en sobrecogedores paisajes.

Lastre importante

Otro importante lastre de esta minería fue la remota situación de los centros de explotación. Para lograr transportar el mineral hasta los puertos de embarque, fue necesario construir vías transitables a través de parajes tan abruptos y difíciles, que algunos de ellos hoy estarían considerados como inaccesibles. Aunque el tipo de transporte fue variando a lo largo del tiempo, en la mayoría de las minas se utilizaron carros de tracción animal que, conducidos por expertos carreteros, debían salvar enormes desniveles, desplazándose por caminos sinuosos y trazados al borde de profundos precipicios.

Son evidentes los daños ambientales ocasionados por aquella minería. Todavía hoy podemos observar las cicatrices visibles en las zonas de Buferrera y Vega de Comeya, los destrozos ocasionados en los Puertos de Áliva, o la desecación del lago de Ándara. Muy cerca del lago Ercina existía a principios de siglo un casetón con cargadero y raíles por los que circulaban vagonetas transportando el mineral para ser lavado, y que, en Comeya (verdadero paraíso ornitológico), había instalaciones donde se lavaban minerales que contenían mercurio y pequeñas cantidades de arsénico.

Al ser un área de especial protección medioambiental, sería impensable hoy día imaginar cualquier tipo de actividad minera en los Picos de Europa.

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