Colegas de ida, pero no de vuelta

LLAMA la atención que la política y sus vasallos de lanza en punta traten de dirigir la batalla de ensombrecer el nombre de Boñar hacia otras huestes que no sean las suyas. Capeando sobre la penumbra de castillos forjados al antojo de su libre albedrío y donde el valor de «lo suyo» está por encima de quienes les miran. Se trata ahora de convencer que uno tiene razón y el otro no. Que uno es el bueno y el otro el malo. Que uno esta envuelto en lo divino y el otro se oculta entre la llamas del averno. Tras el enfrentamiento entre Blasco y Soto, desde la salida de éste del PP y del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Boñar, no deja de sorprender a uno que la política cuente con complicados compañeros de batallas. Ayer mano sobre mano, hoy espalda contra espalda. Lo más lamentable es que todo esto se plasme en cada pleno ante la mirada sorprendente de una amplia mayoría de gente que no tiene porqué estar ni a un lado y al otro. Diferencias aparte, se debe recordarse que la democracia tiene una reglas que los políticos deben cumplir para no caer en pinceladas dictatoriales al antojo de intereses personales. A la política se entra para lo bueno y para lo malo. ¡Qué la puerta siempre está abierta para salir!. No se puede negar la palabra a un representante político aunque lo que diga no le gusta a quien gobierne, que en su momento ya juzgarán las urnas.