Diario de León

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La irrupción del pionero

ESTE LUNES HACE SESENTA AÑOS QUE JESÚS TORBADO (1943) OBTUVO EL PRIMER PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA CON LAS CORRUPCIONES, CONVIRTIÉNDOSE EN PIONERO DEL BOOM DE LAS LETRAS LEONESAS. ONCE AÑOS MÁS TARDE, CONSIGUIÓ EL PRIMER PLANETA CON FRANCO MUERTO. Y EN 1998, PUBLICÓ SU ÚLTIMA NOVELA: EL IMPERIO DE ARENA. divergente

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ERNESTO ESCAPA
León

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A principios de los sesenta, Torbado vagabundeaba por París después de haber dejado los frailes, mientras publicaba versos en Claraboya, escribía Las corrupciones y ganaba premios en la provincia. En septiembre de 1961, había conseguido en Boñar el premio de Literatura del I Día de las Comarcas Leonesas por su cuento El hijo bobo , que recibió en la nave de la fábrica de talcos de Gabioli. El finalista fue Luis Mateo Díez. Los versos de aquel día los declamó César Aller. También hubo distinción en pintura para Zurdo y Antón Díez, y en monografías, para el ‘Viaje al romancero de los Argüellos’, de José Luis Leicea. Poco después, ganó el ciudad de Ponferrada, que tanto le costó cobrar. Ya casi vencido 1965, el día de los Inocentes, recibió el Primer Premio Alfaguara (instituido por Cela en homenaje a Baroja), mientras estaba arrestado en el cuartel de Intendencia de Valladolid. Meses más tarde, la jerarquía le organizó un homenaje castrense muy aparente, en el que ofició Cela como padrino. El recluta Torbado había superado con su primera novela a concursantes famosos, como Francisco Umbral (Travesía de Madrid ), que amenazó con el suicidio si era desairado, o el viejo exiliado Corpus Barga (Las delicias ), que al final de la guerra cruzó la frontera del destierro con Machado enfermo en brazos. También alcanzó aquella final el asturiano Víctor Alperi, con La batalla de aquel general . Formaron parte del jurado Fernando Lázaro Carreter, Ricardo Senabre, Enrique Llovet, Martínez Cachero y el canario Arozena Paredes.

HITO GENERACIONAL

Las corrupciones ( 1966) se convirtió en viático audaz para toda una generación. Muñoz Molina ha evocado el impacto que supuso este libro, lectura de cabecera de los jóvenes de la época. Su protagonista vive una crisis de identidad que le lleva de la seguridad a la duda, del inconformismo al nihilismo. La novela relata un proceso de orfandad, la crónica de una intemperie, y se resuelve con la invitación al individualismo, a la celebración vital, al peregrinaje inconformista, al disfrute de otros aires y de ámbitos distintos.

La segunda mitad de los sesenta resulta especialmente prolífica para Torbado. Publica la novela corta Profesor particular (1966) y recoge una selección de sus relatos en El general y otras hipótesis (1967). Pero el éxito de Las corrupciones tiene mosca a la censura, que se ceba con sus siguientes libros. Tierra mal bautizada (1968), su viaje por Tierra de Campos encargado por Cela, tardará casi tres años en ver la luz en Seix Barral. Su segunda novela, La construcción del odio (1968), sufre tantas mutilaciones, que la dejan desfigurada, sin referencias reconocibles y convertida en una parábola de utopismo abstracto. Incluso Historias de amor (1968), que agrupa varias novelas cortas, perderá en su primera edición El poeta viaja a Suiza . Su tercera novela, Moira estuvo aquí (1971) fue finalista del Premio Aguilas. Una historia impregnada de simbolismo, que parte de una anécdota policíaca para construir un universo mágico de resonancias clásicas, territorio fascinante que transitan algunos personajes inolvidables.

LAS ESQUINAS DE LA HISTORIA

Durante los setenta Torbado releva en su obra el testimonio generacional por el histórico. Novela los tumultuosos días finales de Franco en Sobresalto español (1976), gana el Planeta con En el día de hoy (1976), una ucronía sobre la guerra civil, y en colaboración con Leguineche, reúne las confesiones de Los topos (1977), que sobrevivieron escondidos durante décadas a la fiereza de la represión. Al mismo género documental pertenece ¡Milagro, milagro! (2000), un inventario exhaustivo e irónico del alucinado hipermercado de las apariciones y la milagrería nacional. Sobresalto español , secuestrada por la censura, reapareció diez años más tarde como El fin de los días (1986).

En 1982 publica La ballena , una novela de transición dentro de su obra, que recupera el aroma y los personajes de sus testimonios generacionales, pero con una mirada más irónica y con mayores dosis de decepción. Yo, Pablo de Tarso (1990), biografía novelada del apóstol de los gentiles, cierra la producción de la década. En medio había publicado la novela del rugby Ensayo de banda (1988) y Camino de Plata (1988), resultado de una creciente dedicación a la literatura viajera, género al que pertenecen otros cinco libros de los noventa, además de la antología ‘Viajeros intrépidos’ (1998).

DESPEDIDA DEL PEREGRINO

El inspector de vírgenes y otras pérdidas (1991) fue la segunda agrupación de sus relatos, a raíz de los premios Hucha de Oro y Antonio Machado. Por su parte, Héroes apócrifos (1994) reúne textos en los que la historia se filtra por el tamiz de la ironía o es observada desde la complicidad del desengaño. El peregrino (Premio Ateneo de Sevilla 1993) recrea los inicios de la peregrinación jacobea, en una época dominada por las imposturas y supersticiones del milenarismo.

El imperio de arena (1998) combina historia y ficción, ambientadas en el territorio africano de Sidi Ifni. Su protagonista impone su desdicha sobre un paisaje dominado por la nostalgia y teñido por el recuerdo de las pasiones perdidas. La delicadeza de su perfil novelesco la convierte en parábola de un escenario salvajemente hermoso, alimentado por la añoranza y corroído por el abandono.

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